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¡Despierta!

MUERTE

MUERTE

En una vida de materialismo y poca espiritualidad como la que vivimos sé que escribo para una minoría, pero no por ello voy a dejar de hacerlo, somos menos, pero no menos importantes, quién sabe dónde está la “verdad”, quienes son los “normales”. Te puedo asegurar que la espiritualidad es un camino que lleva a la paz que el mejor estado del ser humano. En el libro Iron John de Robert Bly, encuentro un párrafo que nos dice que algunas tradiciones antiguas dicen que ningún hombre se hace adulto hasta abrirse al mundo espiritual, y que semejante disponibilidad se alcanza mediante la herida en el lugar adecuado, en el momento adecuado, en la compañía adecuada. Cuando alguien se muere y le damos el pésame a los familiares diciéndoles con cariño que tengan resignación, si pudiéramos leer su pensamiento en muchas personas encontraríamos que están pensando que resignación es lo que han tenido que tener en vida del difunto. ¡Qué tristeza! Cómo nos sentiremos si al marchar “vemos” que nuestras familias están aliviados sin nuestra presencia. Quizás si lo supiéramos nos replantearíamos nuestro comportamiento y no haríamos tan difícil la convivencia a los demás. Al nacer elegimos a la que será nuestra familia, la que hará que cumplamos parte de nuestras pruebas pendientes y, en algunos caso qué difícil se hace el soportarlo. Pero hay que superarlo, sobre todo los que al igual que Hermann Hesse en su libro sobre Siddharta creemos que todo lo que no se termina de cumplir, se repite. Hay que olvidar lo que está detrás e ir hacia delante, de esta manera iremos hacia el fin, ya que no se cambia sin renacer y no se renace sin morir. La muerte era para el hombre primitivo una combinación de azar y misterio. Para los pueblos salvajes la muerte era generalmente violenta, de esta forma, la muerte no violenta se entendía como algo misterioso y, así el concepto de muerte como fin natural no era algo comprensible para la conciencia de los pueblos primitivos, ha tenido que pasar mucho tiempo desde entonces para que el hombre llegara a comprender su inevitabilidad.

Por cierto no busques la muerte, ella te encontrará.  Un sirviente acompañaba a su amo al mercado  de su ciudad y allí vio a  la figura de la muerte, se volvió y le dijo a su amo: amo, he visto a la muerte, por favor deja que huya a Bagdad. Y el amo le dijo vete, corre. Luego el amo se acercó a la muerte y le dijo: ¿por qué asustas a mi sirviente? y la muerte le dijo, no sé de qué se asusta; no he venido a buscarle, con él tengo una cita mañana en Bagdad.

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