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¡Despierta!

MANDALA

MANDALA

Mandala procede del sánscrito y significa círculo sagrado o mágico. En todas las culturas humanas encontramos el mandala bajo muchas variantes. Tres principios ordenadores disponen la estructura de un mandala: el punto central, la irradiación desde el centro y la delimitación externa del círculo. El punto central es el misterioso núcleo espiritual energético, el ámbito en que nace toda existencia en espacio y tiempo. Todo mandala está concentrado en el núcleo, del que todo movimiento parte y al que todo conduce; el centro aparece como principio y fin de todos los caminos posibles. “Si quieres comprender el punto, explora el círculo”. El meditador contempla el mandala y concentra su espíritu, se hace consciente en la proyección sobre la imagen de sus propias fuerzas cognitivas anímico-espirituales. Contempla las relaciones de su compleja existencia multidimensional, la simultaneidad del devenir y el perecer y la Unidad inconmovible de todo Ser. Si la existencia nos ha conmocionado, si nuestra vida ha caído en el desorden, o nos vemos expuestos a circunstancias caóticas, vivimos enfermedades o desarmonías humanas o profesionales, es señal que se nos exhorta así a que nos transformemos y emprendamos nuevos caminos de integración. Entonces pueden aparecer en sueños mandalas curativos, restauradores de la totalidad, que podemos entender como formas de exteriorización de los esfuerzos autocurativos de nuestro organismo psicofísico. El Misterio de los Mandalas, Heita Copony). El mandala constituye una representación del universo y el orador ha de introducirse, concentrándose de forma paulatina en cada uno de sus estados y absorbiendo la lógica de su forma, de fuera hacia dentro. Existen numerosas reproducciones pictóricas e iconográficas de mandalas, desde pergaminos polícromos hasta el enorme monumento o piedra gigante de Borobudur (Java), pasando por las increíbles pinturas de arena del budismo tibetano. Una muy buena forma de relajación es colorear el gráfico de un mandala, pruébalo.

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