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¡Despierta!

DONACIÓN DE ÓRGANOS

DONACIÓN DE ÓRGANOS Cuando era pequeña, muy pequeña, creía que si donaba mis ojos, al morirme y presentarme ante Dios, no podría verle si no tenía mis ojos físicos. Que  si donaba mis órganos llegaría a ÉL de forma incompleta. Qué ingenuidad, qué ignorancia, qué absurdo; menos mal que con los años evolucioné lo suficiente como para pensar por mi misma, y pronto dejé de poner atención a las ideas de los demás, a sus miedos, a sus temores, a sus ignorancias y, ¡eureka! comprendí que sus temores eran infundados. Einsten dijo que la imaginación es más importante que el conocimiento, y yo tengo mucha, mucha imaginación. E imaginé  el momento de mi llegada ante ÉL. No necesité ningún órgano, le vi con los ojos de mi Alma. Y, si tu al igual que yo has comprendido, entenderás también que ningún órgano te será necesario, “volverás” con un cuerpo “nuevo”, plantéate  donarlos, será tu última buena acción antes de marchar.  H. P.  Blavatsky (1831-1891), líder religiosa estadounidense de origen ruso que fundó un sistema filosófico-religioso conocido por el nombre de teosofía, nos dejó este texto bastante clarificador al respecto:  “El secreto de este mundo es que todas las cosas subsisten sin morir jamás; no hacen más que alejarse de nuestra vista para volver después... Nada muere. Los humanos aparentan estar muertos, pero miran tras la ventana, en excelente forma, vestidos con un nuevo y extraño vestido. Jesús no ha muerto. Está totalmente vivo. Juan, Pablo, Mahoma, Aristóteles no han muerto jamás. Ocurre algunas veces que nos parece haberles visto  y podríamos decir fácilmente los nombres bajo los que se ocultan”.

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