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¡Despierta!

ÁNGEL DE LA GUARDA

ÁNGEL DE LA GUARDA

Un ángel es un espíritu celestial considerado como mensajero, o intermediario, entre Dios  y la humanidad. Orígenes, (teólogo y exegeta bíblico, uno de los más célebres autores de la Iglesia primitiva) en el siglo II, decía que Dios nos designa un ángel para que nos guíe y nos proteja. El día de los Ángeles Custodios se celebra desde el año 1608, el día dos de octubre. El Ángel de la Guarda, es más que nada la personificación de nuestras buenas obras de las vidas pasadas, el que, aunque invisible, está siempre en nosotros impulsándonos a obrar rectamente y hacer el bien. Esta pequeña gran leyenda se la dedico a Miguel Ángel, que ayer, día 29 llegó a nosotros. Un alma joven se prepara para regresar a la Tierra, está temerosa de todo lo que le han contado sobre la Tierra y, quiere que Dios le de respuesta a algunas de sus preguntas. Así, que se dirige a Dios y le dice: me vas a enviar mañana a la Tierra, pero, ¿como viviré tan pequeño e indefenso como soy? Dios le dijo: quédate tranquilo, entre mis muchos ángeles escogerás a uno; ya te está esperando, cuidará de ti, te protegerá de todo mal, será sólo para ti. Pero,  yo no sé hablar, ¿cómo me comunicaré con los hombres de la Tierra? Tu ángel con mucha paciencia te enseñará a hablar y te dirá las más dulces palabras que puedas jamás escuchar. Unos segundos después dijo: es que tampoco sé andar. Tranquilo, tu ángel te enseñara a hacerlo y cada vez que te caigas te ayudará a levantarte. Me han dicho que en la Tierra hay hombres malos ¿quien me defenderá? Tu ángel te defenderá aún a costa de su  propia vida. Pero... yo estaré siempre triste porque no te  veré más, Señor... Yo siempre estaré a tu lado y tu ángel te hablará de mi y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia. En ese instante se empezaban a oír voces terrestres y el niño presuroso repetía suavemente:  Dios mío, Dios mío,  ya me voy, dime su nombre... ¿como se llama mi ángel? ¿como se llama mi ángel? Su nombre no importa, tu le llamarás  MAMÁ. Y, para ti, mamá, enséñale esta pequeña oración. Ángel de la guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María.

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