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DIETA NATURAL DEL HOMBRE

DIETA NATURAL DEL HOMBRE

Al hablar sobre temas tales como las ventajas o inconvenientes de comer carne como, sobre la creencia en el karma, sé que se suele aceptar como “bueno” o solemos dar más “credibilidad” a las opiniones de las personas que consideramos importantes o famosas aunque nos sean desconocidas, que a las personas cercanas aunque hallan llegado a las mismas conclusiones. Así que en apoyo a los que aman a los animales y que en circunstancias normales prefieren alimentarse de los productos de la tierra, os transcribo parte de lo que nos dice uno de los grandes maestros de yoga del siglo XX, Swami Vishnudevananda, en su libro Meditación y Mantras sobre la dieta natural del hombre. Nos comenta que el cuerpo necesita comida con dos fines: como combustible para proveer energía y para reparar los tejidos del cuerpo. Si el combustible en forma de comida no fuera utilizable por el cuerpo, éste se consumiría a sí mismo. Una pérdida de tejido del cuerpo significa pérdida de peso, ya que el peso excesivo se reduce en proporción a la cantidad de comida desprendida del cuerpo. Los cuatro elementos que se necesitan para la regeneración y reconstrucción del cuerpo son: proteínas o comida nitrogenada; carbohidratos; grasas y minerales. Eminentes médicos han probado que gran número de dolencias que sufre la raza civilizada son producidas por depósitos de ácido úrico en las fibras musculares de los consumidores de carne. Cuando se introduce ácido úrico extra en el sistema, el cuerpo tiene que eliminar su propia producción más la cantidad extra ingerida en forma de carne. Aunque un comedor de carne aparenta poseer vigor corporal, no posee la resistencia del vegetariano. Un vegetariano puede trabajar largos períodos bajo las más duras condiciones y no cansarse, mientras que un comedor de carne puede realizar una dura tarea solamente durante un corto período, ya que en seguida se debilita y siente hambre.

Un notable geólogo, el profesor H. M. Ami de Montreal, ha escrito en Geography of North America que la dieta de la raza humana en la época prehistórica no incluía ninguna clase de carne. Según el profesor, el hombre no se hizo comedor de carne hasta que fue forzado a ello por la destrucción de los grandes bosques de nogales y frutos silvestres promovida por el gran casquete de hielo que cubrió el hemisferio norte durante el periodo glacial. Toda la comida es originariamente producida por el reino vegetal que absorbe y almacena la energía del sol. La energía que contiene la carne es el stock que no ha sido utilizado por el animal. Cuando un animal come la carne de otro está comiendo alimentos vegetales de segunda mano, ya que la comida vegetal es la fuente original de toda la energía animal. No es gratuito que el hombre utilice principalmente la carne de animales que viven de las plantas; vacas, cerdos, ovejas, cabras, aves, etc.; incluso entre los animales salvajes, el hombre prefiere la carne de aquellos que no son carnívoros y no la de los tigres, leones o leopardos, que sí lo son. Esto demuestra por sí mismo que el hombre adquiere energía vegetal de segunda mano procedente de la carne de los animales que viven de las plantas. Todas las comidas de carne, tal como se consumen normalmente, están notablemente desequilibradas, conteniendo gran exceso de proteínas y casi una falta total de calcio y vitaminas que favorezcan el crecimiento y que se derivan originalmente del reino vegetal. Los vegetales absorben el calcio del suelo y lo transforman en orgánico y, con ayuda de los rayos del sol producen vitaminas en sus hojas verdes. Otro caso de asimilación de energía de segunda mano es el de los esquimales, que comen los estómagos de los renos crudos y congelados para obtener las vitaminas que contienen, como la hierba y otros vegetales. Si bien la dieta de los esquimales está determinada por necesidad y no por elección. Otra objeción importante los comedores de carne es que de todos los alimentos, es el que más rápidamente se corrompe. Incluso los huevos se pudren, pero no así la leche o los vegetales que decaen o se fermentan, proceso que no es tan pernicioso como el de la putrefacción de la carne. Durante la putrefacción se desprenden toxinas venenosas y está demostrado que las proteínas animales se corrompen dos veces más de prisa que las vegetales. De hecho, un gran número de médicos y dietéticos prohíben o aconsejan a sus pacientes no comer carne; no solamente como medio de eliminar trastornos como la gota, el reumatismo, etc., sino también como prevención contra las enfermedades causadas por el ácido úrico. Nos dice también que las heridas sufridas por los vegetarianos curan más rápidamente y el peligro de contraer fiebre y altas temperaturas disminuye considerablemente. En los intestinos humanos pueden encontrarse varios tipos de parásitos animales, siendo los más comunes la tenia, la lombriz, etc., estos parásitos penetran normalmente en el cuerpo por la boca, a través de la comida contaminada con huevos o parásitos adultos. Más tarde los huevos se convierten en lombrices adultas y continúan viviendo y reproduciéndose en los intestinos. Cocinar por norma no destruye estas lombrices, ya que son capaces de soportar temperaturas muy altas. Cuando un animal está vivo su tejido muscular es tierno, pero después de morir la coagulación endurece estos tejidos. La carne se pone correosa y ya no se ablanda hasta que comienza el proceso de putrefacción. Este es el motivo por el que la carne se mantiene durante algún tiempo para “madurar” o, en otras palabras, para que se pudra. Experimentos relatados por Farger y Walepole muestran que la carne putrefacta contiene muchas sustancias venenosas, algunas de las cuales elevan la presión sanguínea. Esta es la razón por la que los médicos prohíben la carne a los pacientes que sufren arteriosclerosis o de hipertensión. Esta restricción es una protección no sólo contra la putrefacción de la carne, sino también contra la posterior putrefacción en los intestinos de los remanentes de carne no digeridos. Una de las causas del endurecimiento de las arterias es una dieta excesiva de carne.

Aparte de los perniciosos efectos de la carne en el cuerpo humano, tenemos que considerar también objeciones éticas al hecho de matar animales inocentes. Los caballos, perros y vacas pueden aprender, recordar, amar, odiar, deplorar, regocijarse y sufrir igual que los humanos, aunque la esfera vital del animal es más limitada. Los animales saben instintivamente cuándo están destinados al matadero y, aunque no pueden hablar, sus ojos acuosos piden misericordia a la crueldad del hombre. El balido del becerro, el bramido del toro, el cacareo de los ánades asustados y los gritos de otros cientos de animales son protestas contra la injusta y despiadada destrucción de la vida de inocentes y valiosos animales por los llamados seres superiores y civilizados. Al no tener el poder de crear vida, ciertamente tampoco tenemos el derecho de matar. Cada acción tiene su reacción, y todas las acciones buenas y malas comportan buenos o malos frutos. Esta es una ley Divina y ninguna ley humana puede anularla.

1 comentario

NoSe..No Me AcUeRdO! -

gracias por ayudarme a estudiar!!
El martes que viene tengo qe rendir esto :/
0 inspiración..