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¡Despierta!

CELOS

CELOS

El amor, Amor con mayúsculas, no es posesión, es querer lo mejor para la persona amada, aunque creamos que va en perjuicio nuestro. Cuando no necesitemos a la persona amada para realizar nuestros fines personales, es cuando amamos de verdad. Sé feliz por poder amar, es algo que no podrás comprar, es un sentimiento, una energía, cuando surja, vívelo. Ser importante para otra persona nos proporciona mucha satisfacción, pero eso no quiere decir que te “conformes” con cualquier amor, prepárate para cuando llegue, es cuestión de tiempo, vendrá en su justo momento. Decía  Honoré de Balzac que puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso. Merece la pena intentarlo. El historiador romano, Tácito (c. 55-c. 120), ya hace de esto algunos años... decía: Ama y haz lo que quieras, si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor. Moliere nos dejó dicho que:  Si esta es vuestra forma de amar, os ruego que me odiéis y, termino las citas con una del escritor francés Paul Claudel:  La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros. Los celos sólo ocasionan dolor, además de manifestar una clara inseguridad en la personalidad de la persona celosa. Jacinto Benavente, lo tenía muy claro al decir que el que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.

William Shakespeare decía: ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras. De ahí que el protagonista de su drama Otelo (el moro de Venecia), se dejara tan fácilmente engañar por los infundios de Yago y, sin darle ninguna oportunidad mata a su inocente esposa Desdémona, suicidándose al saber la verdad. Según la mitología hindú, el rubí nació cuando una hermosa Maharaní que portaba una piedra transparente fue asesinada por un miembro de la corte enloquecido por los celos, al derramarse su sangre sobre la piedra adquirió su color rojo. Con este nefasto sentimiento no valen las palabras, no es suficiente decir constantemente “lo siento” y volver a empezar. En los sentimientos, sobre todo en el del AMOR, somos lo que hacemos, no lo que decimos. 

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