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OFRENDAS Y SACRIFICIOS

OFRENDAS Y SACRIFICIOS

Desde el principio de los tiempos el hombre ha hecho ofrendas y sacrificios a los que según su entender, creían que podían aplacar la ira de los dioses. En la antigüedad el hombre entendía que sólo obtendría el favor de Dios a través del sacrificio; de hecho, durante mucho tiempo los pueblos dedicaban los primeros frutos de sus cosechas a los espíritus, residuos de ceremonias más antiguas que comprendían el sacrificio humano. La idea de ofrecer al hijo primogénito como sacrificio fue una práctica habitual entre los antiguos, costumbre que los fenicios fueron los últimos en abandonar. Tenemos muchos testimonias de estos sacrificios, Abraham no dudó en sacrificar a su hijo primogénito Isaac: Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo y, dijo: Abraham, Abraham. Y, él respondió: heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo único. (Génesis) Según el Antiguo testamento Jefté, octavo juez de Israel, ejemplo de hombre de fe, no dudó en sacrificar a su única hija a cambio de obtener éxito en sus campañas bélicas. Así, promete ofrecer en sacrificio al primero que salga a recibirle de las puertas de su casa cuando vuelva victorioso de la batalla contra los Amonitas. Jefté pensó que sería uno de sus esclavos el que saldría a recibirle en primer lugar, pero fue su hija la que salió primero a saludarle. Cuando la matanza ritual de niños cesó, aún existía la costumbre de abandonar al niño en un bosque o en una barca a la deriva, si el niño sobrevivía, se interpretaba que los dioses así lo habían decidido. Así, al igual que Moisés, cuenta la leyenda que el rey acadio Sargón I (2335-2279 a. C.) fue rescatado del río Éufrates, donde fue abandonado en una cesta sellada. A Ciro y a Rómulo y Remo, aunque fueron abandonados con otros propósitos, al parecer contaban con el favor de los dioses. Ciro, rey de Persia, (559 –530 a. C.), fue abandonado en el bosque por orden de su abuelo Astiajes por el temor que éste tenía de que usurpara su trono. Ciro sobrevivió gracias a que el criado de Astiajes, Harpago se lo entregó a un pastor para que lo abandonara, pero al fallecer el hijo recién nacido del pastor, su mujer le instó a que cambiara a los niños. Al igual que al abuelo de Ciro, Amulio tío de Rómulo y Remo, por el temor que le disputara el trono, arrojó a los dos hijos gemelos de su hermana Rea Silvia en una cesta al río Tíber. Pero en contra de lo previsto no se ahogaron, fueron rescatados y amamantados por una loba hasta que les descubrió el pastor Fáustulo que se los llevó para que los criara su mujer. Con el paso del tiempo la costumbre de sacrificar a los hijos pasó a ser un acto simbólico de untar los quicios de las puertas con sangre para proteger a los primogénitos, ceremonia que en la antigüedad existía en casi todo el mundo.

En tiempos antiguos al comienzo de la construcción de un edificio, era costumbre asesinar a una persona como “sacrificio para los cimientos”, pensaban que el espíritu del muerto protegería a la nueva construcción. Cuando los chinos fundían una campana, la costumbre decretaba el sacrificio de por lo menos una doncella con el propósito de mejorar el tono de la campana, así la doncella era arrojada viva al metal fundido; este pueblo también tenía la costumbre de sepultar en las murallas a los albañiles que habían muerto al construirla. Un rey de Palestina cuando se construyó los muros de Jericó, “echó” el cimiento sobre su primogénito Abiram y puso en las puertas a su hijo menor Segub, este padre no sólo sacrificó a sus dos hijos vivos en los cimientos y puertas de la ciudad, sino que su acción fue consideraba conforme a la palabra del Señor. Moisés había prohibido los sacrificios de los cimientos, pero después de su muerte se volvió a practicar estos ritos. La reminiscencia de estos ritos a desembocado actualmente en un ceremonia simbólica de enterrar algún objeto o prendas en la piedra angular de las nuevas construcciones. Con el tiempo el hijo primogénito era destinado al exilio después de crecer en lugar de ser sacrificado. 

Moisés había enseñado a los judíos que todos los hijos primogénitos pertenecían al Señor, y que, en lugar de su sacrificio tal cual se acostumbraba entre las naciones paganas, ese hijo primogénito podría vivir, siempre y cuando sus padres lo redimieran mediante el pago de cinco siclos a un sacerdote autorizado.

Al pasar el tiempo concibieron la idea de ofrendar una parte del cuerpo humano para reemplazar el sacrificio humano completo, consideraron que la mutilación física era un substituto aceptable, así ofrendaban, cabello, uñas, la sangre y dedos de las manos y los pies, posteriormente se cambió la costumbre de cortar dedos por atarlos. El rito de la circuncisión en los hombres fue una consecuencia del sacrificio parcial, a las mujeres se abrían orificios en el lóbulo de las orejas; de hecho, en muchas tribus africanas aún se practica el rito de agujerear la nariz y los labios. Los eunucos fueron una forma de sacrificio parcial, afeitarse la cabeza fue de la misma manera una forma de devoción religiosa. Las antiguas fraternidades estaban basadas en el rito de beber sangre. Con el pasar del tiempo, hemos avanzado de comer carne humana a hacerlo de manera simbólica en el sacramento de pan y vino en la comunión. Aún hoy, muchos dependen de la sangre para la salvación, pero de manera meramente figurativa y simbólica.

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