EL TERCER OJO
La “Visión psíquica” ha sido en numerosas tradiciones asociada al funcionamiento de un tercer ojo, situado en el centro de la frente. Consultando los escritos antiguos, observamos que el hombre siempre ha concedido un poder a los ojos, no sólo a los de los personajes mitológicos, sino también a los de los hombres. Entre las tribus primitivas, se suponía que este poder podía ser maléfico y, esto da origen a la creencia del “mal de ojo”. Según ciertos escritos, sería el vestigio del único ojo que poseían los especimenes de una raza humana, exactamente los Lémures, que poblaron la Tierra hace varios millares de años. Siempre según estos relatos, este único ojo, les permitía no sólo ver a su alrededor, sino igualmente percibir fenómenos y percepciones de cualquier vibración, luminosa o no, que llegara hasta ellos. Los egipcios consideraban que Horus, hijo del dios Osiris y de la diosa Isis, poseía en sus ojos la capacidad de observar todo el mal que existía en el mundo. Su ojo izquierdo representaba a la luna y su ojo derecho al sol, el cual por sí solo tenía el poder de curar, de neutralizar el mal, y de materializar los deseos; llamado el “Ojo que todo lo ve”. Otro ojo con poder era en la mitología griega el de los cíclopes, situado en medio de la frente. La visión psíquica está asociada al funcionamiento del tercer ojo, situado en el centro de la frente, es la que permite percibir el aura. Según los Rosacruces el tercer ojo no sirve para designar un órgano, sino una facultad, la de percibir los fenómenos que no podemos ver con nuestra vista física. Esta facultad está ligada directamente a la actividad psíquica de nuestras glándulas pineal y pituitaria. Lobsang Rampa en su libro El tercer ojo, nos describe cómo después de que le fuera “abierto” el tercer ojo, los monjes le dijeron: ya eres uno de nosotros, Lobsang, a partir de ahora verás a las personas como son y no como pretenden ser. Y él nos relata cómo a medida que este nuevo sentido se fue desarrollando, fue observando que hay otras emanaciones que se extienden más allá del aura. Con el tiempo pudo adivinar el estado de salud de una persona por el color e intensidad de su aura, también pudo saber cuándo decían verdad o mentira, según fluctuaran las auras.
1 comentario
Joaquin Gorreta -
EN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años