BESOS
Este ingenuo cuento nos relata cómo la simplicidad de los pocos años hace que nos planteemos el sacar el niño que llevamos dentro y poner un poco más de imaginación en el día a día. Cuentan que un papá recriminó a su pequeña hija el desperdiciar un rollo de papel de regalo para envolver una caja. La niña, a pesar de todo continuó envolviendo su “regalo” y lo dejó debajo del árbol de Navidad. A la mañana siguiente, todos fueron abriendo sus regalos, y la niña entregándole al padre la caja que había envuelto le dijo: esto es para ti papá. Avergonzado por su reacción del día anterior, abrió el regalo. La caja estaba vacía, así el papá le dijo a la niña: pero hija la caja está vacía. La pequeña medio llorosa por la incomprensión del padre le dijo: Papi, la caja no está vacía, la llené de besos para ti. El padre emocionado abrazó a su hija agradeciéndole el regalo. Al pasar los años, el padre que había guardado amorosamente la caja, cuando se sentía solo, la abría y sacaba uno de esos besos imaginarios que su hija le regaló un día; así se llenaba del más puro amor.
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