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¡Despierta!

UN MASÓN EN EL MADRID DE HOY I

UN MASÓN EN EL MADRID DE HOY I

Había leído mucho acerca de los Templarios y vinculado la creencia de que en la actualidad su obra continuaba a través de otros enigmáticos, los “Masones”. Libros, leyendas urbanas, comentarios de sobremesa y un largo etcétera, eran toda la biblioteca que tenía. Me movía fundamentalmente el afán por evolucionar personalmente y el deseo de aportar algo para el desarrollo de la propia humanidad. Tal vez había llegado al cenit de mi letargo y... era hora de despertar. Vehiculé por internet durante un tiempo hasta que conseguí hacerme una idea más aproximada de lo que “hoy” existía sobre ellos, las distintas Ordenes u “Orientes”, sus significados y sus métodos. Conseguí ubicar una Logia (o taller) cuyo método de trabajo combinaba conocimiento y espiritualidad, cóctel que me pareció perfecto pues buscaba este “blended” en un hoy moderno al albur del recién iniciado siglo XXI.

 

Una página hierática, mística y misteriosa se abría ante mis ojos como el averno al infiel, un precipicio que se dibujaba invitándome a entrar. Dudas, miedo, ignorancia, todo se cruzaba por mi cabeza y cual Alejandro Magno decidí ir a la conquista y... escribí. No pasó demasiado tiempo en obtener una respuesta pulcra, cuidada, denotando que quienquiera que se escondiera detrás era letrado y con sus preguntas intentaba escudriñar mi inquietud para saber si era sana o pícara. Intercambiamos ideas, conocimientos, saberes, pensares, durante cuatro o cinco semanas seguidas. No sabía quién era pero desde luego era diferente. Tras esa especie de filtro inicial, bastante duro por cierto, me concedió el misterioso interlocutor la posibilidad de mantener una entrevista personal a la cual accedí. Como en el medievo, el encuentro tuvo lugar sin apellidos, en un lugar remoto y lejos de la vista de curiosos, era mi “entrevista con el masón”.

Nervioso, por qué no he de decirlo, acudí a la cita y los minutos pasaban como horas, estaba a punto de contactar con una leyenda, era como un Indiana Jones buscando el Arca de la Alianza en algún lugar alejado de Etiopía. Ante mis ojos se presentó el masón, alguien que destilaba inteligencia, sabiduría, templanza, buen gusto y una acentuada y fuerte personalidad. Departimos durante casi dos horas sobre una gran variedad de temas, desde la física cuántica a la mística, las sefirot kabalísticas, el Yahvez judío, las Ordenes, las Logias, la situación económica actual, el mundo y un largo etcétera.

 

Fue entonces cuando me enteré de que de debía pasar tres entrevistas o, como se denomina en el argot masónico “aplomaciones” para que pudiera ser valorada la admisión preliminar o “paso bajo venda”, susceptible a su vez de valoración de conjunto para, de resultar positiva, ser propuesta la iniciación.

Un camino selectivo para reclutar a aquellos que de verdad son merecedores de las mieles de la sabiduría, en pocas palabras, la continuidad de las antiguas escuelas iniciáticas egipcias y posteriormente helenísticas, foros de transmisión del SABER.

 

Este saber no se trata de transmisión de secretos ni fórmulas mágicas como a muchos podría parecer, es un compromiso con el aprendizaje duro, sistemático, perseverante, en pos de la luz, de la iluminación o como se quiera denominar en llamar como así han puesto de manifiesto desde hace miles de años el hinduismo, el Tao, el judaísmo y todo el elenco de tradiciones espirituales. El masón de hoy substituye el concepto secreto por el de discreción ya que no se puede hablar de todo con todo el mundo, nada más.

 

            Se abría ante mí un mundo fascinante que pude constatar con mis sucesivas pruebas en logia y mi aceptación como Aprendiz, calzando mandil y guantes blancos. Se aprende con disciplina, sabiendo escuchar, utilizando la simbología como método de conocimiento de la multiplicidad de significados, apoyándote en otros, los Hermanos, que te ayudan en tu progresión.

 

            Una vez que el velo de mis ojos cayó, tuve la sensación de estar en otro mundo, en otro tiempo, me resultaba difícil creer que todo aquello fuera real “hoy” y realmente, lo era.

 

            Muchas personas tienen en mente las sectas y otras organizaciones similares, hay que tener cuidado desde luego pero la masonería nada tiene que ver con todo ello pues respeta estrictamente la legalidad del país donde se asienta, fomenta el libre conocimiento y excluye la política y la religión como temas a tratar en Logia.

 

            Me fascinó el mundo que descubrí, la ornamentación, las vestiduras, los objetos. Entender es ir más allá, dar un paso en el abismo de las galaxias, descubrir progresivamente quiénes somos y hacia dónde vamos, dar un salto cuantitativo y cualitativo, traspasar el enorme río de la ignorancia.

 

            Es hoy, en Madrid, en estos momentos de celebración de la Exposición Universal de Zaragoza, existimos y resulta simplemente FASCINANTE.

 

            Os envío todo mi cariño y, como diría un buen masón, mi triple abrazo fraternal.        

Hermano R.

        

 

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