MITOLOGÍA DE MERCURIO
En Grecia se le llamó Hermes, que significa mensajero o intérprete. Es hijo de Júpiter y de la ninfa Maya. Mercurio, el mismo día de su nacimiento se sintió ya tan apuesto y robusto que luchó con Cupido, le derribó de una zancadilla y robó su carcaj. Mientras los dioses le felicitaban por su victoriosa hazaña, el pequeño dios robó la espada a Marte, el ceñidor a Venus, el tridente a Neptuno y el cetro a Júpiter; y estuvo a punto de hurtarle el rayo a su padre, Zeus, si no hubiera sentido temor de quemarse los dedos. Es el dios de los ladrones y de los tramposos. A pesar de que el joven dios era el niño mimado de Júpiter, a su padre se le terminó la paciencia y lo envió a la tierra para que se formara en su juventud. Mercurio fijó su residencia terrestre en Tesalia, donde pasó su juventud. El también desterrado Apolo se dedicaba entonces por allí a guardar el ganado del rey Admeto y, el dios de la rapidez, se aprovechó de un momento en que el dios solar tocaba la flauta para llevarse el rebaño y esconderlo en el bosque. Apolo le descubrió y se enfadó tremendamente con él, pero hizo las paces con Mercurio, porque éste dio al inmortal solar su lira de 7 cuerdas, inventada por él y hecha con una concha de tortuga y cuerdas de tripa de buey tirante. A su vez, Apolo obsequió a Mercurio con una varilla de avellano que tenía la propiedad de apaciguar las disputas y reconciliar a los enemigos. Mercurio, para asegurarse de que la varilla tenía ese poder, la interpuso entre dos serpientes que luchaban ferozmente, enroscándose las dos inmediatamente alrededor de la varilla, formando el famoso Caduceo de Mercurio. Otra denominación de este símbolo es la de Gran Arcano. Mercurio aspiró a mayores triunfos, recorriendo las grandes ciudades y mostrándose hábil en los lugares públicos con las facultades de la elocuencia y la disertación. Por ello los oradores y los retóricos se pusieron bajo su protección. No tardó en ser adorado por los comerciantes y mercaderes. Hay que hacer notar que las palabras mercader, mercancía, mercantil, etc., derivan de Mercurio. Mercurio maduró y se gano la confianza de Júpiter, quien le llamó de nuevo a la corte celestial, nombrándole mensajero de los dioses. Allí es el más ocupado de los dioses y bien felicitado por los demás. El realiza los encargos de los demás miembros del Olimpo, dando recados y realizando negociaciones públicas, secretas, serias o frívolas, haciendo prácticamente de todo: espía, embajador, etc. Se puede decir que está siempre a las órdenes de los dioses. Cuando Io, víctima de los celos de Juno o Hera (esposa de Júpiter), fue convertida por ésta en oveja y entregada a Argos, Hermes, mandado por Zeus, durmió al monstruo tocando la flauta, cerrándole así sus cien ojos y luego le mató. Libertó a Marte de la prisión en que le habían encerrado los Gigantes, usando para ello el casco de Hades, que hacía invisible a quien lo llevaba. Dio a Nefele el carnero llamado vellocino de oro, que salvó a sus hijos Friso y Hele. Entregó a Ulises la rama de moli, planta mágica que salvó al héroe de los hechizos de Circe. Guió a Hércules a los infiernos y lo vendió a Onfala. Salvó a Dionisios, recién nacido, de la persecución de Juno. Acompañó a Juno, Afrodita y Atenea al monte Ida, donde se iba a celebrar el juicio de Paris. Encadenó a Prometeo en el monte Cáucaso, condujo a Baco hasta donde estaban las ninfas de Nisa, acompañó a Plutón cuando éste raptó a Proserpina, y mucho más. Hermes inventó el arte de encender fuego frotando dos maderos. Se representa a Mercurio como un hombre de eterna juventud (física y mental). Su gorro, su caduceo y sus talones están provistos de alas. En su mano derecha empuña el caduceo y en la izquierda tiene una bolsa con dinero. En los caminos de gran tránsito había estatuas de Mercurio para señalar a los viajeros el camino correcto y, también en las encrucijadas de varias vías, con tantas caras como caminos convergían allí. Mercurio también es el encargado de conducir a las almas, después de la muerte física, hasta el reino de Hades sin que equivoquen el camino.
Los filósofos consideraban a Hermes el creador del lenguaje y la expresión viva del pensamiento divino y humano. En tiempos de Platón se le relacionaba con la divinidad egipcia Thot o, lo que es lo mismo, Hermes Trimegisto.
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camila -