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¡Despierta!

UNA CASA NO ES UN HOGAR

UNA CASA NO ES UN HOGAR

Qué difícil hacen algunos la convivencia diaria, sobre todo en el hogar. En nuestra mano está el poder vivir de manera armoniosa, ¿por qué ciertas personas hacen de la convivencia un martirio? La convivencia es fácil si se desarrolla en un ambiente de generosidad y respeto,  cada uno tiene que aportar su “granito de arena” es hoy por ti y mañana por mí; así habrá serenidad y  paz todos los días. Cuando formes tu primer hogar, si no quieres ser siempre tú la persona que haga determinadas cosas, ya sabes, en las comunidades no muestres tus habilidades, las costumbres se hacen leyes. Y si las circunstancias te obligan a renunciar a tu hogar, no te preocupes en demasía, nada material es comparable con la paz del alma, termina,  para así no repetir, tal como dice Herman Hesse en su libro Siddartha:   Todo lo que no se termina de sufrir o no se resuelve hasta el final, se repite; siempre se vuelven a sufrir las mismas penas. ¿Y tu no querrás repetir verdad? Deja que la otra persona actúe como considere, pero tú hazlo bien, ¿para qué sufrir por bienes materiales que no puedes llevarte en tu viaje final?. Esto no significa que no luches honestamente por lo que te pertenece, pero piensa que muchas veces perdiendo se gana. Una casa no es un  hogar, el hogar lo “construirás” tú en cualquier parte,  una casa puede ser sólo un habitáculo, no te apegues a unas paredes, sólo por el valor material que puedan tener.

En las tradiciones más antiguas, los genios eran los espíritus de pueblos desaparecidos, que actuaban de noche y se escondían al despuntar el día. Otras tradiciones dicen que son seres de fuego. En todos los casos se trata de seres con características de duendes y otros seres mitológicos elementales de la naturaleza; que pueden, según su talante, atacar o ayudar al ser humano. Como curiosidad te diré que en la mitología romana creían que cada casa, familia, individuo o ciudad tenían su propio Genio (Espíritu protector). El Genio recibía un culto especial como dios del hogar porque se creía que otorgaba fortuna y dotes intelectuales a sus devotos, por esta razón, la palabra llegó a designar a una persona con dotes intelectuales no comunes.  La gran adoración que el pueblo indio profesaba a la turquesa les llevaba a emplazar algunas piezas de la misma en los dinteles de las puertas para guardar sus hogares de las malas entidades psíquicas. En la mitología griega, Hestia es la diosa del hogar, llamada en la mitología romana Vesta. En la mitología romana, a los Lares,  dioses del hogar, se les veneraba representados en forma de pequeñas estatuas que se colocaban tanto dentro como fuera del hogar, en altares llamados lararia, y se realizaban ofrendas o se les rendía oración. Otros seres relacionados con el hogar son por ejemplo: el duende Kobold, de la mitología germana, realizaban las tareas del hogar cuando sus dueños no estaban en ella a cambio de los restos de comida, vengándose de ellos si no se les dejaba alimentos. Un duende de la mitología extremeña, en este caso femenino, es Pomporrilla, una duendecilla traviesa que le gusta confundir a los habitantes de la casa cambiando las cosas de su sitio y produciendo ruidos extraños. Perteneciente a la mitología asturiana está un duende travieso y muy inquieto, muy apegado a los dueños de la casa donde habitan, tanto que si se cambian de casa, al poco tiempo se van con ellos a la nueva vivienda siendo muy difícil deshacerse de él, se le conoce como Trasgo. Otro duende doméstico es  Trastolillos, es travieso y juguetón, que al igual que Pomporilla, le gusta esconder las cosas, abrir las ventanas, beberse la leche, trastadas que le causan mucha risa, aunque en el fondo no deja de ser como todos los demás protectores del hogar. En realidad, estos seres invisibles en nuestro mundo terrenal, son todos de la misma familia, pero conocidos por diferentes nombres según la cultura, mitología o tradición de cada país. Grigg es la diosa del hogar en la mitología escandinava y en la mitología egipcia, la misión de proteger el hogar pertenecía a diosa Bastet.

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