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MITOLOGÍA

MITOLOGÍA La Mitología puede muy bien ser no sólo un conjunto de cuentos fantásticos, sino que, puede representar una forma de expresión de la Sabiduría Tradicional. Esto es un hecho en lo que se refiere al tronco principal de las mitologías de los diferentes pueblos, y los mitos secundarios casi siempre tienen alguna moraleja al modo del refranero. ¿Por qué los antiguos ponían  pasiones y amores humanos en los dioses, a la vez que les atribuían poderes supranormales? Parece más bien  que lo que hoy nosotros traducimos como dioses eran, para nuestros antepasados, la representación de las fuerzas rectoras del universo. Y, de acuerdo a la sentencia hermética de “como es arriba es abajo”, las debilidades y potencias de los dioses podían ser, aunque no necesariamente, las de los hombres. De este modo, lo que llamamos mito es simbólicamente un cúmulo de experiencias humanas expresadas en forma artística y simbólica. Nuestros antepasados, estaban muy atentos al comportamiento de los dioses, pues ellos sabían que esas potentísimas fuerzas tenían efectos inmediatos sobre la vida terrestre. De ahí que siempre hubiera un cierto aire de respeto a esas energías que, como algo propio de civilizaciones ya caducas, degeneró en lo que hoy conocemos como sacrificios. En  su origen eran ceremonias de Alta Magia Blanca destinadas a contrarrestar en lo posible, con el poder mental y la voluntad de los antiguos Iniciados y, en momentos propicios determinados por la posición de los astros, a esas tremendas vibraciones que manejan nuestro planeta.  Mito, por derivar de la idea propia de “discurso”, el mito pasó a significar alrededor del siglo V a. C., “historia”, “relato de unos sucesos”. El historiador Herodoto se interesó por documentar todo cuanto fuera posible sobre las guerras entre griegos y persas, aun cuando algunos de dichos relatos pudieran tomarse más bien como mitos o leyendas. Admitió que no había certidumbre en torno a la exactitud de tales hechos, pero el interés que presentaban era tal que sencillamente no podían caer en el olvido. En el siglo IV a. C. Evémero filósofo afincado en Macedonia, llegó a sostener que todos los mitos y leyendas guardaban relación con hechos históricos y que los dioses eran, en origen, hombres que habían cosechado grandes éxitos y que, tras su muerte, recibían honores divinos por parte de un pueblo agradecido. El estudio de la épica india ha revelado inopinados paralelos entre Homero, especialmente entre la Ilíada (el relato de la caída de Troya) y el Ramayana, la expedición de Rama a Sri Lanka con el objeto de recuperar a su esposa Sita, que había sido raptada. En la antigua Sumeria, en el sur del actual Iraq, los mitos más antiguos que han pervivido nos explican que la realeza “descendía de los cielos” y que el soberano era elegido e investido por una asamblea de dioses. En el tercer milenio a. C. la deidad local se creía que era propietaria real de cada una de las ciudades sumerias, y su templo poseía y explotaba la mayor parte de las tierras de regadío, de tal manera que el rey era una especie de administrador que gestionaba los Estados del dios. Se afirmaba que inicialmente los dioses estaban obligados a trabajar; tenían que realizar duras tareas de agricultura y regadío. Pero se rebelaron por ello, y Enki (Hijo del dios celeste An.) y su madre Nammu, (Diosa del agua y de la creación) crearon un pueblo para relevarles en estas labores. Entre otras cuestiones de las que se ocupan los mitos se encuentran las desdichas, el éxito, la crueldad, el amor, la muerte, las relaciones familiares, la traición, lo antiguo frente a lo nuevo, la juventud enfrentadas a la vejez, la magia, el poder, el destino, la guerra, la oportunidad, lo accidental, la locura, la búsqueda y el viaje. La riqueza de sucesos y descripciones en la mitología indica su profundo enraizamiento en la mente humana. Aun cuando los expertos estén lejos de haberse puesto de acuerdo sobre su explicación, la visión propuesta por C. G. Jung a comienzos del siglo XX parece la más probable. Según este psicólogo suizo, todo el mundo posee tanto un inconsciente personal como uno colectivo. El inconsciente personal consta de materia atañente a la experiencia del individuo, mientras que el colectivo recoge la experiencia mental de toda la humanidad. Las máscaras siberianas de los Yup’ik expresan la unidad entre hombres y animales y traen al presente el mundo mitológico del pasado. Los esquimales siberianos de las costas del suroeste de Alaska, el estrecho de Beiring y Siberia oriental labran complejas máscaras de madera, estas máscaras representan espíritus animales y personajes míticos. Según el mito una persona puede encarnarse en un animal o en su espíritu manipulando su propia forma. Una persona portadora de máscara puede obtener influencia sobre el espíritu animal, y los chamanes suelen llevarlas en los rituales para conciliar el éxito en la caza y en la pesca. A los pueblos siberianos la ropa les proporciona algo más que calor y protección frente a los elementos. Las ropas, tanto en su uso cotidiano como en su uso ritual y ceremonial son expresión de creencias religiosas y espirituales, y guardan de los espíritus malignos. Para hacer la ropa se utilizan pieles de animales, pero los espíritus de los animales conservan el control sobre estas pieles, por lo que durante la elaboración de las ropas han de observarse ciertos tabúes.  

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