Blogia
¡Despierta!

MITOLOGÍA

DESTINO

DESTINO

Las Moiras fueron conocidas por los latinos por el nombre de Parcas; representaban los destinos humanos. Son tres hijas de la Noche y se llamaban, Cloto, Laquesis y Atropos. Ellas asignan a cada persona una parte del bien y del mal, aunque las personas podían acrecentar o aminorar el mal gracias a su comportamiento. Cloto, es la hiladora, personificando la trama de la Vida; Laquesis es la Suerte, la parte del azar a la que cada persona tiene derecho y, Atropo es el inflexible Destino contra el cual nada se puede hacer. Las Parcas asisten en la sombra a los hombres durante toda su vida; en su nacimiento están asociadas a las Quilicias, y los hombres deberán invocar a las tres Parcas en la hora de su matrimonio para que su unión sea feliz y, así hasta que en la hora final acuda Átropo con sus inexorables tijeras para romper el hilo de la vida.

En la mitología nórdica, el destino está simbolizado por las Nornas. En el concepto tiempo el Pasado se atribuye a Urd, representada por una mujer anciana que mira constantemente hacia atrás, el Presente a Verdande, representada por una mujer adulta, mira al frente y el Futuro a Skuld, representada por una mujer joven con un velo y sostiene en sus manos un pergamino aún sin desenrollar. Estas tres hermanas, están a la sombra del hombre durante toda su vida desarrollando desde el nacimiento el hilo del Destino. Según esta mitología, existe un plan concebido de antemano para cada persona, pero el hombre es libre de actuar, y así, modificar en parte la ley eterna del universo, una fuerza que parece no tener principio ni fin. En ocasiones, aparecían ante los mortales para darles consejos o pronosticar el futuro. Viven bajo la sombra del árbol de la vida, Yggdrasil, cuyas raíces mantienen unidos los nueve mundos. Son tres las raíces del Árbol de la Vida, siendo la última raíz la que está orientada hacia la morada de las Nornas. Además de las Nornas, los nórdicos creían que los humanos tenían un espíritu guardián llamado Fylgie que permanecía invisible hasta el momento de la muerte. Los dioses no podían influenciar ni cuestionar sus decretos bajo ningún concepto.

EDIPO

EDIPO

En la mitología griega, Edipo era hijo de Layo, rey de Tebas y de Yocasta.  Fue abandonado al nacer sobre el monte Citerón porque un oráculo había predicho a Layo, que el hijo que Yocasta llevaba en su seno sería su asesino. Decidido a rehuir su destino, Layo ató los pies de su hijo recién nacido y lo abandonó en una montaña solitaria para que muriera. Edipo fue recogido por unos pastores y entregado a Pólibo, rey de Corinto, quien le dio el nombre de Edipo (pie hinchado) y lo educó como si de su hijo se tratara. Después de unos años, Edipo deseaba conocer su verdadero origen y consultó para ello a un oráculo que le dijo que no volviera nunca a su patria, ya que estaba destinado a dar muerte a su padre y a casarse con su madre. No sabía que era adoptado y no creyendo tener más patria que Corinto, se alejó para que la profecía no se cumpliera. Pero en su camino, en una disputa, encontró al rey Layo y lo mató. Halló la ciudad de Tebas, desolada por la Esfinge; un monstruo con el rostro de mujer, cuerpo de perro, alas y cola de dragón y garras de león. Proponía enigmas a todos los pasajeros y los devoraba al no poder adivinarlos. Cuando Edipo llegó a la entrada de la ciudad, la Esfinge le planteó el siguiente enigma: ¿Qué animal es el que tiene cuatro pies por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde? “Es el hombre”. Al acertar el enigma, la Esfinge se suicida lanzándose  al vacío. El sucesor de Layo era Creón, había prometido la corona y la mano de Yocasta al que matase al monstruo adivinando el enigma. Y, así se convirtió Edipo en rey de Tebas y esposo de su madre. Durante muchos años reinó digna y pacíficamente, engendrando con su madre y esposa dos hijos, Polinices y Eteocles y dos hijas, Ismene y Antígona;  hasta que la peste asoló a Tebas y el Oráculo proclamó que la peste cesaría cuando fuera expulsado el asesino del rey Layo. ¿Pero dónde encontrarlo? Edipo empieza a hacer averiguaciones y gracias a Tiresias, el adivino ciego,  descubre que es él el asesino de su padre y al mismo tiempo esposo de su madre. Yocasta, al descubrir el incesto se suicida colgándose de un árbol. Horrorizado, Edipo se arranca los ojos con los broches del vestido de Yocasta, abandona el trono y huye de su patria en compañía de su hija Antígona. Después de vagar muchos años, llega a Colono, santuario consagrado a las Euménides, diosas de la Tierra,  cerca de la ciudad de Atenas y allí muere, no sin antes obtener la promesa del dios Apolo, que el lugar de su muerte permanecería sagrado por haber dado refugio al vagabundo. La predicción del oráculo se ha cumplido, en esta tragedia,  Edipo no ha podido burlar al DESTINO.

CALENDARIO AZTECA

CALENDARIO AZTECA

El calendario Cuauhxicalli (Jícara del Águila), conocido como la Piedra del Sol o Calendario Azteca, es un monumento de piedra de una sola pieza; pesa aproximadamente 25 toneladas y su diámetro mide 3,60 metros. Fue esculpido bajo la dominación del sexto monarca azteca Axayacatl en honor a Tonatiuh (dios del Sol). Ocupando un lugar especial en la estela se encuentra, para algunos, la placa de consagración que recuerda el año de construcción del Calendario Azteca 13-caña (13-Acati), equivalente  al año 1479 d.C. Los numerosos motivos esculpidos en el Calendario Azteca, parecen relacionarse con la astronomía, la cronología y la cosmogonía de los antiguos mexicanos. La cara de Tonatiuh (el Sol) al centro de la piedra, era considerado el rey de todos los cielos, regía el Universo en todas sus manifestaciones. La preciosa corona, nariguera, orejeras y collar eran los ornamentos que caracterizaban esta deidad. Se le presentaba con el cabello rubio en concordancia con el sol; las arrugas del rostro indican la edad avanzada y la lengua hacia fuera como cuchillo de obsidiana (Roca volcánica de color negro o verde muy oscuro) significaba la necesidad de alimentarlo de corazones humanos y sangre fresca. La mitad de su rostro muestra los mismos adornos de jade que el mascarón principal. La lengua, al igual que el Dios de la noche, aparece como cuchillo de obsidiana que sale de la boca arrojando volutas de humo que demuestran su furia por la lucha diaria contra el Dios nocturno. Ambos dioses tienen los fastuosos ornamentos de las xiucoatl, celestiales y míticas serpientes con las que adquirían gran fuerza y autoridad. 

Xiuhtecutli (Dios de la Turquesa), está representado como el Dios de la noche. La mitad de su rostro está cubierta por un velo que representa la oscuridad de la noche; su lengua en forma de cuchillo de obsidiana que sale de la boca indica la lucha diaria contra Tonatiuh (el Sol), con quien se enfrenta por la duración de la noche.

Ocelotonatiuh (sol del Jaguar), se le considera como la primera y más antigua de las cuatro épocas cosmogónicas. En ella habitaron los gigantes que crearon los dioses, vivían en cuevas, no trabajaban la tierra, y su base alimenticia estaba formada por raíces y frutos silvestres. Esta época finalizó con ataque de los jaguares a los gigantes.

Ehecatonatiuh, (sol del viento), segundo sol o segunda época, durante la cual la raza humana fue destruida por fuertes huracanes y vientos. Para protegerlos, los dioses transformaron a los hombres en monos a fin de que no fueran arrastrados por estos fenómenos naturales; de ahí la relación de los hombres con los simios.

Quiauhtonatiuh (sol de la lluvia de fuego), representa la tercera época cosmogónica. En ella todo fue extinguido por una lluvia de lava y fuego, y se transformó al hombre en ave para que volara y sobreviviera a la catástrofe así originada.

Atonatiuh (sol de agua), significa la cuarta era, la cual fue destruida por fuertes y tormentosas lluvias que cubrieron las más altas montañas. La humanidad, para salvarse de este diluvio universal, se transformó en peces para sobrevivir.

Nahui–Olin (sol de terremoto), misterioso símbolo predominante que representa la era del quinto sol, es decir, próximo fin de la humanidad en el planeta.

TEORÍA Y JUSTICIA

TEORÍA Y JUSTICIA

En el diccionario la acepción de la palabra teoría nos dice que es el conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación, es decir, sin haberlo comprobado en la práctica. Con qué facilidad teorizamos; habitualmente escucho a la gente decir, pues si yo fuera él o ella, haría o le diría tal cosa, sin darnos cuenta que como decía Ortega y Gasset en su famosa frase “Yo soy yo y mi circunstancia”. No deberíamos erigirnos en jueces de faltas ajenas, debemos ser tolerantes, pongámonos en el lugar del otro, no sabemos si haríamos lo mismo en sus mismas circunstancias, no juzguemos y no seremos juzgados. ¿cómo podemos entender la actitud de otra persona si no estamos dentro de él? ¿cómo saber los verdaderos motivos que le hacen actuar de determinada forma? Sólo podemos saber quién es el causante de los hechos, no el culpable. Para hallar al culpable tendríamos que ahondar mucho más en las vidas de las personas a las que estamos juzgando. Hagamos fácil la vida de los demás, así nuestra vida también será más fácil. No hemos venido para someternos a examen los unos a los otros, ni para juzgarnos, ni para usar a los demás con el fin de satisfacer nuestras necesidades, ni para corregir, cambiar o despreciar a los demás. Estamos aquí para apoyarnos, perdonarnos y ayudarnos los unos a los otros. Y, lo más seguro es que si  juzgas  a alguien, te  estés equivocando,  aunque creas que tienes razón. Para juzgar ya están las Diosas.

En la mitología griega, Némesis, también llamada Ramnusia, es la diosa  de la justicia retributiva, la venganza y la fortuna. Castiga sobre todo la desmesura y sus sanciones tienen usualmente la intención de dejar claro a los hombres que, debido a su condición humana, no pueden ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal. Diosa que medía la felicidad y la desdicha de los mortales, a quienes solía ocasionar crueles pérdidas cuando habían sido favorecidos en demasía por la Fortuna. Como hija de Diké es la divinidad equitativa que castiga el orgullo y la impiedad, estando, por lo tanto en relación con Temis, diosa del orden universal. Se la representa con una corona y a veces con un velo que le cubre la cabeza, lleva una rama de manzano en una mano y una rueda en la otra. Eunomia (buen orden) era la diosa de la ley y la legislación, Diké era la diosa de la justicia moral, confundida con Astrea, y anterior diosa de la justicia. Temis, diosa de la justicia, se la representa con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra. Balanza en la que  pesa las peticiones de las partes en conflicto.

LA OLVIDADA

LA OLVIDADA Existe un final diferente para Lilith: según la mitología griega, Hades, dios del mundo inferior, se enamoró de Proserpina, (Perséfone) personificación de la primavera, hija de Zeus, padre de los dioses, y de Deméter, diosa de la tierra y de la agricultura. Hades  quiso casarse con ella, y aunque Zeus dio su consentimiento, Deméter era contraria a la boda. Entonces, Hades-Plutón con la complicidad de Hécate (imagen de la Luna Nueva) surgió  de las profundidades en un carro de oro mientras Proserpina cortaba flores en un campo de narcisos raptó a la muchacha y la llevó a su reino. Lilith, convertida en demonio, replegada en las profundidades marinas, asume su nueva personalidad afirmándose en ella y llega, por el mismo impulso que le ha hecho abandonar el Paraíso Terrenal, hasta el mismo infierno; desciende a los abismos y allí junto a Plutón, el Señor de las Riquezas, comparte con ella el oscuro esplendor del mundo subterráneo; y así deja de ser Lilith “la Olvidada” para convertirse en Perséfone “la Reina de los Infiernos”.  Deméter  salió en busca de su hija perdida y al no encontrarla quedó desolada. Murieron todas las plantas y el hambre devastó la tierra. Por este motivo, Zeus envió a Hermes, mensajero de los dioses, para que recuperara a Perséfone y la devolviera a su madre. Antes de dejarla ir, Hades le pidió que comiera un grano de granada, el alimento de los muertos. De esta manera, se vio obligada a volver al submundo y permanecer allí durante la tercera parte de cada año. Como diosa de los muertos y como diosa de la fertilidad de la tierra, Perséfone era la personificación de la renovación de la tierra en primavera. Este no fue el único cambio en la vida de Perséfone, ya que también se enamoró del bellísimo Adonis. En la mitología griega, hermoso joven amado por las diosas Afrodita y Perséfone. Nacido de la unión incestuosa del rey Cíniras de Chipre y de su hija, Adonis fue puesto bajo la custodia de Perséfone, reina del mundo subterráneo. Cuando Adonis murió al ser atacado por un jabalí salvaje al que cazaba, Afrodita imploró al dios Zeus que se lo devolviese. Zeus decretó que Adonis pasaría los meses invernales con Perséfone en el Hades y los estivales con Afrodita.

MITOLOGÍA DEL SOL

MITOLOGÍA DEL SOL El Sol ha sido adorado en todas las antiguas civilizaciones y venerado como fuente de vida, conciencia y espiritualidad. Él conduce el carro del Sol, que se toma muchas veces por el mismo astro-solar en su recorrido diario. Fue llamado Ra en el Egipto, en Grecia fue Helios y en Roma Apolo. Apolo es hijo de Zeus y de Latona. Es dios de la belleza masculina, de las estaciones y de la creatividad. Vencedor de los Juegos Olímpicos. Simboliza al arquetipo superior de hombre. Su madre tuvo dificultades para darle a luz, pues todas las ciudades temían recibir a tan poderoso dios al nacer, porque el oráculo decía que iba a ser muy presuntuoso y poderoso. Aquí vemos el símbolo de que no todos los pueblos están dispuestos a vivir de acuerdo a la verdad solar. La isla de Delos accedió por fin a recibirle, pero sólo a condición de que en esa tierra Apolo levantara un poderoso templo para un oráculo. Apolo nació mientras los cisnes daban siete vueltas a Delos y cantaban. El cisne en la simbología es el representante de la serenidad, la paz y la belleza espiritual. Luego fue alimentado con néctar y ambrosía. Al poco de nacer, mató al dragón serpiente Pitón, símbolo de la obscuridad del invierno. Rechazado por la diosa Hestia, Apolo no se desposó nunca, pero tuvo numerosas uniones con mortales y una numerosísima posteridad. A pesar de que tenía un bello cuerpo, juventud y una voz encantadora  fue rechazado también por Dafne que, para no ser poseída por él, se convirtió en laurel. Esto había sucedido porque Apolo, enorgullecido por su victoria sobre la serpiente Pitón, se atrevió a desafiar al dios Amor y a sus dardos. El hijo de Venus sacó de su carcaj la flecha del amor, con punta de oro y la del odio y el desdén, con punta de plomo. Cupido o Amor dirigió la primera contra Apolo y disparó la segunda a Dafne. Apolo adoptó aquel laurel y se lo puso de corona.  Otras desgracias le esperaban aún al dios solar. Presenció la muerte de su hijo Esculapio, famoso médico a quien Júpiter aniquiló con sus rayos, castigándole por haber resucitado a Hipólito. Apolo, que no se atrevía a tomar venganza en Júpiter, dio muerte a los Cíclopes, los cuales forjaban el rayo de Zeus; pero esto mereció un castigo, pues Apolo fue arrojado del cielo y condenado a vagar errante un año sobre la tierra, sujeto a los mismos infortunios que los mortales. Entonces él buscó asilo junto a Admeto, rey de Tesalia y, convertido en un simple pastor, guardó durante muchos años los rebaños de éste, simbolizando así la naturaleza y el amor a la vida. El enseñó a los pastores a saborear las delicias de la existencia campestre, el murmullo de los riachuelos, el silencio de las noches y el canto de los pájaros. En otra ocasión el sátiro Marsias, notable flautista, desafió a Apolo, pero este último superó al primero con el maravilloso sonido de su flauta.  Aquí, la crueldad de Apolo empañó su gloria, pues luego de vencer a Marsias lo desolló vivo. Después de su destierro, Apolo fue llamado de nuevo al Olimpo, aunque nunca dejó de darse unas escapaditas para visitar a sus amigos mortales. Faetón, hijo de Apolo y Clímene, tuvo un día un altercado con un compañero suyo, quien le ofendió diciendo que no era hijo del Sol. Faetón logró convencer a su padre para que le dejara un solo día conducir el Carro del Sol para demostrar a su amigo quién era, a pesar de que Apolo le aconsejó que no lo hiciera. Como Faetón se obstinaba cada vez más, Apolo enganchó los cuatro corceles blancos al carro del Sol y orientó a su hijo: en tu vuelo no seas excesivamente tímido o demasiado audaz; evita llegar al cielo o descender hasta la tierra; sigue un camino equidistante, el único que te conviene. En las inexpertas manos de Faetón los impetuosos corceles corrían demasiado veloces en la bóveda azulada, amenazando unas veces abrazar el cielo y, otras, secar el agua de los ríos. Entonces fue cuando los etíopes tomaron el tinte negro que hoy conservan y los desiertos de África perdieron su vegetación. Júpiter, alarmado, echó mano del rayo y mató a Faetón, quien cayó como un torbellino en el Erídano. Sus hermanas, desesperadas, se convirtieron en álamos, mientras que su amigo Cicno se transformó en cisne. Se ha de tener en cuenta que el Sol ama a sus hijos y sus obras creativas y sufre por ellos. Apolo, no sin cierta reticencia, aceptó que las ceremonias del templo de Delfos fueran dedicadas no sólo a él, sino también a Dionisios. Apolo representaba el espíritu de la luz, mientras que Dionisios era la noche, el sueño y el misterio. Se produjo una cierta confusión entre ambos, hasta tal punto que en algunas estatuas del templo estaba Apolo representado por delante y Dionisios por detrás.  Para Plutarco, Apolo representa lo que verdaderamente existe y lo que se mantiene estable, mientras que los otros dioses cambian. En el arquitrabe del Templo del dios había una E (ei), que el filósofo interpretaba como Tú eres. En Delfos, desde la primavera a otoño se hacía culto a Apolo, pero en los tres meses de invierno, cuando él iba al país de los hiperbóreos, era reemplazado por Dionisios.

MITOLOGÍA DE LA LUNA

MITOLOGÍA DE  LA LUNA

Artemisa era la diosa de las sociedades matriarcales. Hija de Leto (Latona en la mitología romana) y hermana de Apolo. Se le atribuye la fertilidad. Fue Isis para los egipcios, representada como un hombre con la Luna nueva en la cabeza y la Luna vieja en los brazos. El buey Apis egipcio está relacionado con el Sol y la Luna. Es el símbolo del Ojo de la Noche (la Luna) por sus cuernos formando creciente y también por su color (negro y blanco). Ese toro lleva sobre la lengua un escarabajo (consagrado al Sol), que simboliza la inteligencia Iniciática. En la Tierra esta diosa recibe los nombres de Diana o Delia, en el cielo se le denomina la Luna o Febea y, el de Hécate o Proserpina en los infiernos. De ahí que Diana sea denominada diosa triple, triple Hécate, diosa de tres formas (triforme).

Representa tres niveles de calidad: la inferior, los infiernos, la mediana, terrestre y la superior el cielo. Así podemos entender por qué Diana es la diosa de la caza; por un lado, el polo de la feminidad y, por otro, el de la agresividad femenina. Entregada al ejercicio varonil de la caza, acabó la diosa por volverse insensible a las delicadas inclinaciones propias de su sexo. Ella no quería casarse y ninguno de los pretendientes que intentó conseguir su amor pudo lograrlo. Diana sólo deseaba correr por la selva y los prados, escalar los montes y cruzar las profundas riberas con un grupo de jóvenes cazadoras. La naturaleza maléfica de esta mujer divina se demuestra en lo que sucedió con Acteón, un joven cazador que, hallándose en el bosque con sus compañeros, se separó del grupo para ir a beber a un arroyuelo del valle de Gargafia, consagrado a Diana. Resultó que en ese mismo arroyo descansaban Diana y sus ninfas de la agotadora cacería. Las ninfas, al advertir el ruido de Acteón al acercarse, lanzaron un grito de espanto y Diana, indignada contra el cazador temerario, cogió agua de la corriente con sus manos y se la echó a la cara. Acteón quedó convertido en ciervo y sus propios perros, al verle, se lanzaron sobre él destrozándolo, pues de su boca no pudo salir la frase: soy Acteón, vuestro amo. Sin embargo, su naturaleza superior, romántica y sensible, se ve reflejada en que a ella le gustaba pasear de noche bajo los rayos de la Luna y fue en uno de esos paseos cuando se enamoró del pastor Endimión, mortal que había sido condenado por la severa Juno, la celosa esposa de Júpiter, a dormir treinta años seguidos. Ella esperó a que despertara y entonces le declaró su amor, olvidando sus promesas de castidad. Le obsequió según se cuenta con cincuenta hijas y un varón. Se decía de ella que aseguraba un parto apacible a sus favoritas.

MITOLOGÍA DE VENUS

MITOLOGÍA DE  VENUS Venus es la diosa de triunfante belleza y encarnación del amor, llamada Afrodita por los griegos. En la mitología romana, originalmente diosa de los jardines y de los campos, pero después identificada con Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza. Hay dos versiones referentes al nacimiento de Venus, una versión nos cuenta que en una mañana de primavera, una enorme concha marina se mecía dulcemente en las aguas del Mediterráneo y al chocar con las costas de la isla  Citerea, se abrió y de dentro surgió Venus provista de todos los encantos. De allí fue llevada al Olimpo en un carro excepcional, en donde las Risas, las Gracias y los Juegos formaron su cortejo. La otra versión dice que Venus nació de la mutilación que Saturno hizo a su padre en los genitales al derrocarle. La sangre de ese acto violento cayó sobre el mar, se mezcló con la espuma y de ella nació la diosa. De cualquier forma, la diosa del amor con su mágico cinturón hizo estragos entre los dioses del Olimpo cuando estos la conocieron, hasta tal punto que todos querían hacerla su esposa. Júpiter decretó que Venus se casara con Vulcano, el herrero, que acababa de inventar el rayo con el que el señor del Olimpo pudo vencer a los gigantes.  Venus,  diosa frívola y sensual, enfadada por tener un marido cojo, le fue infiel al dios de la forja y los metales, y entre sus muchos amantes estaba Marte, el dios de la guerra; el bello pastor Adonis,  Anquises, padre de Eneas, Mercurio, Poseidón y algunos más. A la popular diosa del amor se le representa a veces sentada en un carro tirado por palomos, cisnes o pájaros con una corona de rosas y mirto circundando sus cabellos. Ella tiene un temperamento vivaz, necesita el aire, el movimiento y el ejercicio. En las primitivas creencias religiosas griegas se identificaba a Afrodita con la fenicia Astarté y era conocida como Afrodita Urania, reina de los cielos, y como Afrodita Pandemos, diosa del pueblo. Era venerada bajo diferentes aspectos; como Venus Genetrix, se identifica como la madre del héroe Eneas, fundador del pueblo romano; como Venus Félix, es la portadora de la buena fortuna; como Venus Victrix, la portadora de victoria; como Venus Verticordia, la protectora de la castidad femenina. Madre de Cupido, dios del Amor.

MITOLOGÍA DE MERCURIO

MITOLOGÍA DE  MERCURIO

En Grecia se le llamó Hermes, que significa mensajero o intérprete. Es hijo de Júpiter y de la ninfa Maya. Mercurio, el mismo día de su nacimiento se sintió ya tan apuesto y robusto que luchó con Cupido, le derribó de una zancadilla y robó su carcaj. Mientras los dioses le felicitaban por su victoriosa hazaña, el pequeño dios robó la espada a  Marte, el ceñidor a Venus, el tridente a Neptuno y el cetro a Júpiter; y estuvo a punto de hurtarle el rayo a su padre, Zeus, si no hubiera sentido temor de quemarse los dedos. Es el dios de los ladrones y de los tramposos. A pesar de que el joven dios era el niño mimado de Júpiter, a su padre se le terminó la paciencia y lo envió a la tierra para que se formara en su juventud. Mercurio fijó su residencia terrestre en Tesalia, donde pasó su juventud. El también desterrado Apolo se dedicaba entonces por allí a guardar el ganado del rey Admeto y, el dios de la rapidez, se aprovechó de un momento en que el dios solar tocaba la flauta para llevarse el rebaño y esconderlo en el bosque. Apolo le descubrió y se enfadó tremendamente con él, pero hizo las paces con Mercurio, porque éste dio al inmortal solar su lira de 7 cuerdas, inventada por él y hecha con una concha de tortuga y cuerdas de tripa de buey tirante. A su vez, Apolo obsequió a Mercurio con una varilla de avellano que tenía la propiedad de apaciguar las disputas y reconciliar a los enemigos. Mercurio, para asegurarse de que la varilla tenía ese poder, la interpuso entre dos serpientes que luchaban ferozmente, enroscándose las dos inmediatamente alrededor de la varilla, formando el famoso Caduceo de Mercurio. Otra denominación de este símbolo es la de Gran Arcano. Mercurio aspiró a mayores triunfos, recorriendo las grandes ciudades y mostrándose hábil en los lugares públicos con las facultades de la elocuencia y la disertación. Por ello los oradores y los retóricos se pusieron bajo su protección. No tardó en ser adorado por los comerciantes y mercaderes. Hay que hacer notar que las palabras mercader, mercancía, mercantil, etc., derivan de Mercurio. Mercurio maduró y se gano la confianza de Júpiter, quien le llamó de nuevo a la corte celestial, nombrándole mensajero de los dioses. Allí es el más ocupado de los dioses y bien felicitado por los demás. El realiza los encargos de los demás miembros del Olimpo, dando recados y realizando negociaciones públicas, secretas, serias o frívolas, haciendo prácticamente de todo: espía, embajador, etc. Se puede decir que está siempre a las órdenes de los dioses. Cuando Io, víctima de los celos de Juno o Hera (esposa de Júpiter), fue convertida por ésta en oveja y entregada a Argos, Hermes, mandado por Zeus, durmió al monstruo tocando la flauta, cerrándole así sus cien ojos y luego le mató. Libertó a Marte de la prisión en que le habían encerrado los Gigantes, usando para ello el casco de Hades, que hacía invisible a quien lo llevaba. Dio a Nefele el carnero llamado vellocino de oro, que salvó a sus hijos Friso y Hele. Entregó a Ulises la rama de moli, planta mágica que salvó al héroe de los hechizos de Circe. Guió a Hércules a los infiernos y lo vendió a Onfala. Salvó a Dionisios, recién nacido, de la persecución de Juno. Acompañó a Juno, Afrodita y Atenea al monte Ida, donde se iba a celebrar el juicio de Paris. Encadenó a Prometeo en el monte Cáucaso, condujo a Baco hasta donde estaban las ninfas de Nisa, acompañó a Plutón cuando éste raptó a Proserpina, y mucho más. Hermes  inventó el arte de encender fuego frotando dos maderos. Se representa a Mercurio como un hombre de eterna juventud (física y mental). Su gorro, su caduceo y sus talones están provistos de alas. En su mano derecha empuña el caduceo y en la izquierda tiene una bolsa con dinero. En los caminos de gran tránsito había estatuas de Mercurio para señalar a los viajeros el camino correcto y, también en las encrucijadas de varias vías, con tantas caras como caminos convergían allí. Mercurio también es el encargado de conducir a las almas, después de la muerte física, hasta el reino de Hades sin que equivoquen el camino.

Los filósofos consideraban a Hermes el creador del lenguaje y la expresión viva del pensamiento divino y humano. En tiempos de Platón se le relacionaba con la divinidad egipcia Thot o, lo que es lo mismo, Hermes Trimegisto.

MITOLOGÍA DE MARTE

MITOLOGÍA DE  MARTE

Fue llamado Ares en toda la mitología griega, el valiente hijo de Júpiter y Juno, educado por uno de los Titanes, quien le enseñó los ejercicios corporales. Antes de que llegara al mundo, los hombres luchaban sin técnica ni armas adecuadas. Marte dio las tácticas de militarismo, la defensa y el ataque, mejorando la manera de matar. El hierro, que hasta entonces sólo se había utilizado para herramientas, fue usado para hacer lanzas y espadas. Marte luchó con bravura contra los Gigantes, pero los hijos de Aloos le tendieron un trampa y lo tuvieron gimiendo en un calabozo durante 15 meses hasta que Mercurio lo liberó. Ya en el Olimpo, cortejó a Venus y ella quedó fascinada por su traje de guerrero, las armas y su valor; pero el  cojo esposo de Venus, Vulcano, se quejó a Júpiter y éste decidió que Ares abandonara el cielo por un tiempo. Participó valientemente en la guerra de Troya, se le  representa como un hombre joven, de feroz mirada y caminar enérgico, con traje de guerra, casco y pecho al descubierto. En su mano derecha tiene una enorme lanza, en la izquierda, un escudo o un látigo y a sus pies aparece un gallo. Va en un carro tirado por enérgicos caballos llevados por él mismo o por su hermana Belona. Belona, diosa de la guerra, le prepara el carro de combate a Marte y participa con él  en las batallas, dando latigazos y aumentando el ánimo de los guerreros. La inseparable compañera de Belona es la Discordia, desterrada del cielo a causa de las continuas disputas y roces que creaba entre los dioses. La figura de esta última se representa con una cabeza llena de serpientes en lugar de cabellos, teniendo en una mano una antorcha y en la otra un puñal. Pero, a pesar de su fortaleza, Ares no siempre sale airoso del campo de batalla, así Atenea lo desarmó para evitar que interviniera en la guerra entre troyanos y aqueos, tumbándolo de una pedrada, Hércules logró herirle en un muslo y le hizo huir. Pero la mayor humillación la recibió Ares junto a Venus. Afrodita amaba ardientemente a Marte, ellos dos se unieron a escondidas y por primera vez, en la propia casa de Vulcano. Apolo, que los descubrió, se lo contó a Vulcano (Hefesto) y este último, al oír la noticia, se dirigió a su fragua y allí preparó una trampa a los dos amantes, haciendo una red de hilos inquebrantables como tenues hilos de araña.  Esta red la dejó colgando sobre su cama matrimonial y luego fingió que se iba de viaje. Entonces Ares, que estaba atento, entró en la casa y se metió en la cama con Afrodita. En ese momento la red les cayó encima dejándoles del todo inmovilizados. Al poco tiempo llegaron los dioses y se rieron de la pareja. Marte, después de esto, convirtió a su mejor escudero, Alektrión, en gallo para que le avisara de la llegada del Sol. De esta unión ilegal nacieron Fobos y Deimos (el Terror y el Temor), los dos angelitos que acompañan siempre a Marte en el campo de la batalla. Ares tuvo éxito con otras mujeres mortales pero siempre generó hijos bandidos y violentos.

MITOLOGÍA DE SATURNO

MITOLOGÍA DE  SATURNO Saturno era el más joven y cruel de los hijos de Urano y Gea.  Khronos, (el tiempo) para la mitología griega. Tras haber matado a su padre, Cronos se apropió del cielo y se casó con su  hermana, Rea (Cibeles). Tras derrocar a su padre, Saturno obtuvo de su hermano mayor Titán el favor de reinar en su lugar. Titán puso una condición: que Saturno debía matar a toda su descendencia, y así, la realeza volvería a caer con el tiempo en manos de los Titanes. Saturno aceptó, puesto que había sido advertido por un oráculo de que uno de sus hijos lo destronaría y, así, Cronos quiso burlar su destino devorando a cada uno de sus hijos según salían del vientre de su esposa. Devoró a Neptuno, Plutón, Hestia, Démeter y a Hera, pero  Rea,  para salvar a Júpiter, lo parió secretamente de noche y, por la mañana, llevó a Cronos una piedra envuelta en pañales que el dios del tiempo se apresuró a devorar. Titán, su hermano, descubrió que el niño Zeus o Júpiter vivía, a pesar de que los sacerdotes que le cuidaban disimulaban su llanto con música y ruido de armas. Titán, temeroso de no conseguir el trono, luchó contra Saturno, lo venció y lo hizo prisionero. Júpiter, ya adolescente, luchó contra los Titanes, y los desterró del Olimpo, liberando a su padre. Así Saturno gobernó de nuevo, pero Cronos sabía tal como había profetizado el Oráculo que su hijo le quitaría el poder y, efectivamente, Júpiter hizo la guerra a su padre, le derrotó,  lo expulsó del cielo. y se erigió para siempre en monarca del Empíreo. Saturno, destronado, fue a ocultar su derrota a Italia junto al rey Jano, quien le acogió muy bien y le ofreció compartir su reino. Saturno, agradecido y arrepentido, se dedicó a civilizar el Lacio, reino de Jano, enseñando a sus toscos habitantes varias artes prácticas, promovió el bienestar del país con leyes y les enseñó la agricultura. Según Hesíodo su reino fue la edad de oro, dado que sus pacíficos súbditos fueron gobernados con suavidad.  Saturno es la fuerza irresistible del destino y el tiempo. Se le representa como un viejo vigoroso de larga barba y cabeza calva. Va armado con guadaña en la mano derecha, mientras que en la izquierda sostiene un reloj de arena.

MITOLOGÍA DE JÚPITER

MITOLOGÍA DE JÚPITER

Para los griegos era Zeus, el mejor y más grande de los dioses, potente y perfecto; dios de poderío absoluto sobre hombres e inmortales; él es la fuerza símbolo de todas las manifestaciones celestes; potencia soberana que mantiene el orden y la justicia en el mundo e impone la ley moral.  Se le representa sentado en un trono de oro y de marfil, con un rayo en su diestra y un cetro de ciprés en la siniestra, mientras un águila de alas desplegadas descansa impasible a sus pies; de larga barba, semidesnudo y con un laurel que lo corona, su aire respira majestad. En su honor los griegos fundaron las olimpiadas en la ciudad de Olimpia. Es el hijo de Rea y Khronos. Su padre había sido advertido por un oráculo de que uno de sus hijos lo destronaría. Así, Cronos quiso burlar su destino devorando a cada uno de sus hijos según salían del vientre de su esposa. Pero Rea, diosa de la Tierra, para salvar a Júpiter, lo parió secretamente de noche y, por la mañana, llevó a Cronos una piedra envuelta en pañales que el dios del tiempo se apresuró a devorar. Cuando Zeus se hizo mayor, destronó a su cruel padre, simbolizando la lucha del bien contra el mal. Pero, antes de emprender la batalla, fue a tomar consejo de Metis, diosa de la prudencia, la cual le entregó un brebaje que haría que Cronos vomitara los hijos que había devorado. Con ayuda de sus hermanos vueltos a la vida, Zeus comenzó una lucha contra Cronos y los Titanes que duró diez años. Júpiter tuvo la ayuda de los Hecatónquiros (gigantes de cien brazos) y de los Cíclopes (de un solo ojo), que estaban enterrados en los subterráneos del Erebo. La lucha fue tan dura que la Tierra, sacudida, lanzaba enormes ruidos al cielo conmovido y el excelso Olimpo retemblaba desde sus cimientos por la fuerza de la guerra. Cuando los dioses vencieron, encerraron a los Titanes en una subterránea región pútrida en el extremo de la Tierra, el Tártaro. Neptuno puso sobre sus salidas una puerta para que ningún monstruo escapara. Una vez obtenida la victoria, Zeus dividió el poder, quedándose para sí el cielo y la tierra. A Neptuno le correspondió la soberanía de los océanos y, a Plutón, la del reino subterráneo o infierno.

Los comienzos de su reinado fueron turbados por la rebelión de los Gigantes, hombres de colosal estatura. Así, cuando Júpiter regía pacíficamente el mundo, sus monstruosos enemigos decidieron destronarle. En el primer combate que el dios de los dioses tuvo con ellos, Júpiter fue vencido y llamó en su defensa a los demás dioses, pero todos huyeron a Egipto ocultándose, excepto Baco. Sólo un mortal, Hércules, acudió en ayuda de Zeus y fue entonces cuando los dioses reaccionaron y se decidieron a participar en la lucha. Entonces pudieron vencer a los Gigantes y hundirlos de nuevo en los abismos del Tártaro. Todavía Júpiter, para conseguir la victoria total, tuvo que vencer a Tifón, siendo apoyado por Hermes y Pan. Aún imperaba el crimen y la injusticia sobre la Tierra. Todas estas fechorías que acontecían motivaron a Júpiter a enviar el diluvio, que convirtió la Tierra en un mar inmenso, desapareciendo las más altas montañas bajo él. Sólo una cumbre sobresalía: el monte Parnaso, en Beocia. Sobre este mar enorme flotaba una frágil barca en la cual iban Deucalión y Pirra, esposos fieles y virtuosos. Guiados por una mano protectora tomaron tierra sobre la cima del Parnaso y esperaron a que las aguas bajaran. Entonces fueron a Delfos a consultar al oráculo Temis (diosa de la ley) quien les dijo que poblaran de nuevo la tierra.

MITOLOGÍA DE URANO

MITOLOGÍA DE  URANO Urano, esposo de Gea, (la Tierra), procrearon generaciones monstruosas: los tres Cíclopes, Arges, Asteropes, y Brontes, criaturas con un solo ojo, los Hecatónquiros, Coto, Briareo y Gías (tres gigantes monstruos provistos de cien manos y cincuenta cabezas); no todos fueron monstruos, esta divina pareja además tuvieron a las seis Titánidas, Tea, Rea, Temis, Mnemosine, Febe y Tetis y, a los seis Titanes, gigantes con forma humana, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Cronos y Océano. Océano está representado por un río que abraza la Tierra y no desemboca en ninguna parte, sino que regresa a sus propias fuentes. Él  es el padre de todos los ríos, de todos los mares y de los más remotos manantiales. Está representado también como un venerable anciano recostado en las aguas, coronado por algas marinas y con una lanza o una urna en la mano. Gea estaba enfadada por la continua fecundidad que le imponía su compañero y  porque Urano, a medida que nacían sus horripilantes hijos, los iba sepultando en las entrañas de la tierra.  Pero Gea, madre al fin, a pesar de la fealdad de sus hijos le disgustaba lo que su marido hacía, y así ella trató de convencer a sus hijos de que la vengaran. Forjó una enorme hoz y la ofreció a aquel de sus hijos que fuera capaz de matar a Urano; sólo  Cronos, el más joven que odiaba a su padre, accedió a conspirar contra Urano y, así Cronos encadenó, y castró a su padre, lanzando sus genitales tras él. De la sangre de Urano que cayó sobre la tierra surgieron las tres diosas vengadoras, las Erinias o Furias, Tisífone, Megera, y Alecto. Saturno arrojó la hoz y los genitales al mar y  produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Tras el derrocamiento de Urano, Cronos (Saturno) fue el segundo soberano del cosmos. Para Hesíodo, Urano fue el primer rey de los Atlantes, a quienes civilizó, les dio el calendario y les inició en la Astronomía y la Astrología.

MITOLOGÍA DE NEPTUNO

MITOLOGÍA DE  NEPTUNO Neptuno es hijo de Cronos y de Rea, hermano de Zeus, Plutón, Hestia, Démeter y Júpiter, vive en un maravilloso palacio en el fondo del mar cerca de la costa, cuando Neptuno sale de allí, lo hace montado en un lujoso carro tirado por delfines. Su  paso es anunciado por los Tritones, los cuales hacen sonar una concha que se escucha por doquier. Con su tridente tiene el poder sobre los peces, los monstruos marinos, los maremotos y las tormentas en el mar. Su corte la forman Tritones, Nereidas, Náyades, etc. En su juventud,  había tramado junto a Atenea  y Juno una conspiración contra Júpiter. Este le arrojó del Olimpo y le relegó a la condición de simple mortal durante un año. En la tierra ayudó a Lamedón a levantar los muros de Troya, participando en la construcción de fuertes diques que contuvieran la furia de las olas.  Reconciliado con su hermano, Neptuno gobernó con esmero el reino que se le había confiado: los mares y los océanos.  Quiso casarse con Anfítrite, ninfa muy bella hija de Nereo y  de la ninfa Doris. El padre aceptó la propuesta de Neptuno, pero su hija lo vio repugnante por su aspecto: formas carnosas, barba viscosa, desordenada melena, etc. Sólo la habilidad y la elocuencia de uno de sus delfines pudo convencer a la ninfa y, al fin, el matrimonio se realizó. De su esposa legítima no tuvo hijos, pero sí de otras mujeres, tanto diosas como mortales. No dudó en unirse a la horrible Medusa, teniendo con ella unos hijos monstruosos. Platón nos dice que Neptuno tenía en la Atlántida un templo en el que había una representación suya, en la cual estaba en un carro tirado por caballos marinos y rodeado de cien Nereidas montadas en delfines. Se le identifica con el dios griego Poseidón. Representa la cólera, su atributo es el tridente y se identifica con el mar.

MITOLOGÍA DE PLUTÓN

MITOLOGÍA DE  PLUTÓN

Por ser el más joven de los tres, le tocó el reino de los infiernos en el reparto que hicieron los reyes hijos de Saturno: Júpiter, Neptuno y Plutón. Se llaman infiernos a las moradas subterráneas a donde van los difuntos después de la muerte. Los keres, seres malignos servidores de Plutón, son los encargados de dar a los hombres el golpe mortal y luego conducir sus almas volando hasta la morada de Hades. Allí estas almas han de ser juzgadas y recibir la pena por sus crímenes, o bien la recompensa por sus actos virtuosos. A la puerta del reinado hay siempre en vela un perro con tres cabezas llamado Cancerbero, para impedir que los vivos entren o que las almas salgan. Este vasto imperio subterráneo está rodeado por dos ríos: el Aqueronte y el Estigio (Estigia). Caronte es el barquero de este mundo infernal y está dedicado a transportar las almas de los muertos de una orilla a otra del Aqueronte.  Se le representa como un viejo muy feo y de larga barba gris, que exige que se le pague por cada viaje un óbolo como mínimo y tres como máximo. Los familiares colocan las monedas en la boca del pasajero antes de enterrarlo. Caronte rechaza a los que no pueden pagar el óbolo. A los demás, los sienta en la barca, los lleva a la orilla opuesta y los entrega a Mercurio, quien los pone ante el terrible tribunal. Caronte es un verdugo al servicio del Infierno. Tres jueces forman parte del mencionado tribunal, administrando justicia en nombre de Plutón y en su presencia; estos son Minos (antiguo rey de Creta), Eaco (Rey de Egina) y Radamanto (hermano de Minos), los tres de una gran integridad; pero Minos, el más sabio, es el más poderoso del trío y lleva en su mano un cetro de oro. Una vez hecha pública la sentencia, los buenos son llevados a los Campos Elíseos y los malos son arrojados al Tártaro. Los Campos Elíseos son de un verdor maravilloso y praderas llenas de flores. El Sol brilla y los pájaros cantan con una dulce melodía, ríos, tierras fecundas, cosechas abundantes, son otras de sus delicias. En este lugar no hay dolor, enfermedad ni vejez, ni para el cuerpo ni para el alma, como tampoco existen pasiones ni envidias humanas. El Tártaro, recompensa de los maliciosos, es una prisión fortificada rodeada de un río de fuego llamado Flaguetón. En él hay tres barqueros que son las tres Furias: Alecto, Meguera y Tisífone. Con una mano empuñan una antorcha candente y con la otra un látigo ensangrentado, con el cual flagelan sin cesar a los malvados que merecen duros castigos. En el Tártaro se hallan varios personajes destacados por su maldad. Aquí moran los violentos, los traicioneros, los infieles, los avaros, los belicosos, etc. Todos expían sus faltas y, a la vez, quieren volver a gozar de la luz del día y de una vida apacible. Cerca del Tártaro viven los Remordimientos, la Miseria, las Enfermedades, la Guerra, la Muerte, las Arpías, etc.  Este es, en definitiva, el reino de Plutón quien, ya cansado de su largo celibato, decidió un día recurrir a la violencia para conseguir una esposa. Todas las diosas huían de Plutón por su horroroso reino, su fealdad física como hombre y su rudeza.

Proserpina o Perséfone, hija de Ceres, vivía en Sicilia en una juventud pacífica e inocente. En una ocasión en que recogía flores del campo con unas amigas, Plutón la raptó a pesar de su negativa a acompañarle. Plutón salió corriendo en su carro de caballos negros, abrió la tierra con su cetro mágico y penetró en su reino.  Cuando Ceres se enteró de esto, acudió a Júpiter indignada para pedirle justicia. Zeus le dijo que Proserpina le podía ser devuelta si no había comido nada desde que entró en los infiernos; la ley era que el que ingería algo allí ya no podría salir más. Entonces, Hades obligó a Proserpina a que comiera un grano de granada para hacer imposible su regreso a la superficie de la tierra. A pesar de todo y, después de muchos ruegos, Ceres consiguió que su hija morase seis meses al año en los infiernos y seis en la tierra. Se suele representar a Plutón con rostro pálido, cejas espesas, ojos rojizos y mirada amenazadora. En su mano derecha tiene un cetro de dos puntas y, en su siniestra (izquierda), una llave representando entre otras cosas la imposibilidad de escapar de los infiernos o, quizás, la llave de los tesoros internos del yo. Posee una obscura corona de ébano y algunas veces cubre su cabeza con un casco que le hace ser invisible. Hay una segunda vertiente más benéfica de Plutón, en la que se le describe usando el cuerno de la abundancia, lo cual puede simbolizar que, cuando la persona realiza una labor de autoperfeccionamiento individual, las riquezas materiales le vienen por añadidura. En este caso, Plutón es el símbolo de la vida y de la muerte (transformación) de las manifestaciones de la naturaleza.

LOS DOCE TRABAJOS DE HÉRCULES

LOS DOCE TRABAJOS DE HÉRCULES 1º) El León de Nemea: Era un terrible monstruo hermano de la esfinge de Tebas que aterrorizaba a todo el valle de Nemea devorando animales y hombres. Heracles trató en vano de matarle con sus flechas, pero el león era invulnerable y su cueva de dos bocas era un refugio seguro. Por fin, Heracles logró cerrar una de las entradas y cogió dentro al león estrangulándole con sus fortísimos brazos. 2º) La Hiedra de Lerna: Monstruo de nueve  cabezas de serpiente venenosa que Hera había enviado al país de Lerna, cerca de Argos. Tenía la propiedad de que, cuando se le cortaba una cabeza, ésta se reproducía. 3º) La Cierva de Cerinia: Animal mágico con cuernos de oro y pezuñas de bronce, su tamaño era descomunal y su velocidad enorme. Durante un año entero Heracles la persiguió sin lograr cansarla, pero, al atravesar el río Ladón, Heracles la hirió con una flecha, por lo que pudo alcanzarla con facilidad, cargarla al hombro y llevarla a Euristeo; (esta cierva estaba consagrada a Artemisa). 4º) El Jabalí de Erimanto: Euristeo había dado la orden a Heracles de no matar a ese animal que vivía en Arcadia, durante mucho tiempo el héroe lo fue persiguiendo sobre la nieve. Este tercer trabajo le dio ocasión de ser huésped del Centauro Folo y de entablar una lucha con otros centauros que se enfrentaron a él. Por fin logró coger al jabalí y traérselo a Euristeo, quien se asustó tanto que se escondió en un barril. 5º) Los Establos de Augías: El rey de Elide, Augías, era dueño de unos rebaños de vacas pero nunca limpiaba las cuadras y  por falta de estiércol los campos no daban frutos. El rey prometió la décima parte del ganado a Heracles si limpiaba los establos en un solo día y él lo logró abriendo en ellos un canal de entrada y otro de salida y cambiando el curso de los ríos Alfeo y Peneo. Estos ríos barrieron los establos llevándose el estiércol.  El rey se negó luego a cumplir lo prometido y Heracles lo mató a él y a los hijos que también se le enfrentaron. Euristeo no quiso tomar este trabajo como válido pues Heracles había pedido recompensa, no trabajando entonces para el rey. 6º) Las Aves del Lago Esfíntalo: Junto a ese lago de Arcadia vivían unas aves terribles con picos y garras de bronce que devastaban los campos y cosechas. Atenea vino en ayuda de Hércules y le regaló unos címbalos cuyo ruido sacó del bosque a las aves, y así pudo derribarlas con sus flechas. 7º) El Toro de Creta: Era un toro de Poseidón, que éste hizo salir del mar un día en que Minos le había prometido que le sacrificaría el primer animal que saliera de las aguas. Pero al ver un toro tan hermoso, Minos lo conservó para sí y sacrificó otro de su rebaño. Poseidón, disgustado, enfureció al toro y éste comenzó a echar fuego por la nariz. Euristeo encargó a Heracles que le trajera el toro, el héroe fue a Creta, capturó al toro y lo llevó a Grecia, tal vez montado en él sobre el mar, allí le dio la libertad. 8º) Las Yeguas de Diómedes: Diómedes, rey de Tracia, tenía unas yeguas que se alimentaban de carne humana. Heracles luchó con Diómedes y lo mató, luego echó los despojos a los caballos, que se saciaron completamente. Heracles los entregó a Euristeo y más tarde fueron llevados al monte Olimpo como pasto para las fieras. 9º) El Cinturón de Hipólita: La hija de Euristeo, Admete, impulsó a Heracles a realizar el noveno trabajo: apoderarse del cinturón de la reina de las amazonas, llamada Hipólita, era un cinturón mágico, regalo de Ares. Heracles y sus compañeros, al desembarcar en la isla de las amazonas, fueron bien recibidos por Hipólita, quien se avino a entregar el cinto a Heracles. Pero Hera, disfrazada de amazona, promovió una disputa entre los compañeros de Heracles y las amazonas. Heracles mató a Hipólita en la lucha, pensando que la reina le había traicionado. 10º) Los Bueyes de Geriones: Geriones era un gigante que habitaba una isla desconocida al oeste de la tierra conocida. Era la isla Eritia, donde Geriones tenía inmensos rebaños de bueyes guardados por Euritión y el perro Ortro. Heracles se dirigió a Eritia, al pasar por el desierto de Libia amenazó al Sol con sus flechas y le hizo prometer a éste que, para la vuelta le prestaría su nave, la nave con que el Sol atraviesa el Océano desde Poniente a Oriente durante la noche. Al pasar por Tartessos colocó dos columnas (Gibraltar y Ceuta) para señalar el camino. A su llegada a Eritia fue atacado por el perro Ortro, pero Heracles lo mató con su maza e igual destino tuvo el pastor Euritión. Geriones, enterado del robo de los bueyes, salió en persecución de Heracles, pero también sucumbió a sus flechas. Luego Hércules embarcó los bueyes en la “copa” o nave del Sol y emprendió el regreso hasta Euristeo, sacrificando todos los bueyes a Hera. 11º) Las manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides: Estos frutos fueron el regalo que recibió Hera de Gea en sus bodas con Zeus. Un dragón y unas ninfas se encargaban de cuidarlas. Las ninfas eran las Hespérides, que quiere decir “del atardecer”. El Jardín de las Hespérides está cerca del macizo del Atlas o, tal vez, en el país de los Hiperbóreos. Heracles partió y, cuando llegó hasta el gigante Atlas, le pidió que trajese las manzanas de oro. Mientras tanto, Heracles se encargaría de sostener el globo terrestre. Atlas cumplió su encargo pero luego no quiso volver a tomar su carga, sino que pretendió llevar él mismo las manzanas a Euristeo.  Heracles fingió que aceptaba el plan diciéndole a Atlas que él seguiría sosteniendo el globo hasta que él hiciese el viaje hasta Euristeo; sólo le pidió que tomara el globo por un momento para ponerse una almohadilla sobre el hombro. Atlas tomó el globo terráqueo pero, en ese momento, Heracles cogió las manzanas de oro y huyó con ellas.  12º)  El Can Cerbero: Heracles tenía que llevar a Euristeo,  el perro Cerbero, monstruo de tres cabezas que guardaba la entrada de los Infiernos. Nadie que había ido a aquel mundo había jamás regresado de él. Heracles bajó con la ayuda de Hermes y Atenea, venció al perro Cerbero sin valerse de sus armas, sino sólo con la coraza y la piel de león. Lo trajo a Euristeo, quien se asustó y se escondió en un tonel y el perro fue devuelto a Hades.

HÉRCULES

HÉRCULES Siendo aún un niño de pecho, hizo gala de la fuerza enorme que heredó de su padre, Zeus, cuando estranguló a una serpiente que había enviado Hera para que lo matara. De nuevo, la celosa esposa de Zeus quiso vengarse en el hijo de la mujer mortal Alcmene, a la que había fecundado Zeus. Una de las primeras hazañas de Heracles fue la matanza del león de Citerón, que devastaba el reino de su padre y el del rey Tespios. Mientras se dedicó a esta cacería, Heracles durmió en el palacio de Tespios, quien le ofreció los favores de sus cincuenta hijas, de las que tuvo cincuenta hijos a los que se conoce como los Tespiadas. Después liberó a Tebas del tributo impuesto por Ergino. El rey de Tebas, Creonte, le dio por esposa a su hija Mégara, tuvieron varios hijos pero a todos los mató Heracles en un ataque de locura enviado por Hera que seguía odiando al hijo ilegítimo de su esposo. Cuando Heracles volvió en sí y reconoció los crímenes que había cometido, fue al rey Tespios para que éste le purificara. Consultando a la Pitonisa, él le aconsejó que se pusiera a las órdenes de Euristeo, quien le ordenaría la realización de doce trabajos.  Una vez realizados y pasados doce años, podría lograr la inmortalidad. Habiendo dado fin a sus doce trabajos, Hércules regresó a su casa, se casó con Deyanira, pero cuando el centauro Neso atacó a Deyanira, Hércules lo hirió con una flecha de las que había envenenado con la sangre de Hidra. El centauro moribundo dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre que, según él, era un poderoso filtro de amor, pero era un veneno. Creyendo que Hércules se había enamorado de la princesa Yole, Deyanira le envió una túnica mojada con la sangre. Cuando se la puso, el dolor causado por el veneno fue tan grande que se mató arrojándose a una pira funeraria. Después de su muerte, los dioses lo llevaron al Olimpo y lo casaron con Hebe, diosa de la juventud. Aunque tuvo una muerte dolorosa, Hércules fue autorizado a partir de ese momento a ocupar el lugar que le correspondía en el monte Olimpo, al lado de su padre Zeus.

MITOLOGÍA DE ARIES

MITOLOGÍA DE  ARIES Aries mitológico es el vellocino de oro, llamado Crisómalo en la mitología. Es una fabulosa creación de Hermes y de Zeus que fue enviada a salvar a dos infortunados niños en la antigua Grecia, constituyendo así una historia típica de muchos cuentos de hadas. Hubo una vez una reina ambiciosa, llamada Ino, que no quería a los hijos de su esposo; eran Frixo, un hermoso doncel y su hermana Hele. Por medio de engaños la reina se encargó de convencer a su marido de que los niños debían ser sacrificados vivos a Zeus. En el momento crítico en que esto iba a suceder, Crisómalo arribó repentinamente desde el Olimpo, se echó a los niños al lomo y voló con ellos rumbo a la seguridad por encima del mar. Frixo se aferró a las cabelleras de oro del carnero, pero Hele perdió el equilibrio y cayó al agua en un lugar que lleva el nombre de Helesponto. Frixo llegó a las costas de la Cólquida en el Mar Negro. Ahí, en honor de su vuelo milagroso, sacrificó a Zeus el carnero de oro. Su valiosísima piel fue colgada como un tesoro en un bosque sagrado, guardada por un dragón; hasta que muchos años después, los intrépidos argonautas, conducidos por Jason, lograron robársela. El vellocino de oro representa un tesoro mágico casi imposible de obtener.

MITOLOGÍA DE TAURO

MITOLOGÍA DE  TAURO El Toro es un símbolo antiquísimo de fertilidad y fortaleza. En Egipto se veneraba a los toros sagrados y luego, después de muertos, eran momificados y colocados en enormes ataúdes de piedra en la ciudad de Menfis. Es el símbolo de la era de Taurus ya decadente en ese momento. En Creta el toro era un dios; los cretenses simbolizaban el mundo entre los cuernos de un toro y, cuando éste los movía, la tierra temblaba y se abría. Los griegos concebían al toro como una criatura noble, aunque agresiva y, también, como la encarnación de la concupiscencia y de la pasión viril; por ello Zeus, jefe del Olimpo, eligió la forma de un toro para seducir a la hermosa virgen Europa. Según la mitología, un día estaban Europa y sus compañeras de juegos en la playa de Tiro cuando ella vio a un toro de color blanco, inmaculado y de cuernos como gemas, que estaba pastando cerca. Atraída por su aparente mansedumbre y hermosura, Europa se montó en el lomo del toro y empezó a tejer guirnaldas de flores alrededor de sus cuernos. De repente, se vio arrebatada por encima del mar, todavía en los lomos del toro; luego fue llevada a Creta, donde se convirtió en madre de reyes y le dio el nombre a un continente. Terminada su aventura, Zeus colocó al toro llamado Taurus entre las estrellas, donde intervino en la vida de un grupo de hermanas perseguidas por el ardiente cazador Orión. Estas hermanas eran las Pléyades, hijas de Atlas. Temerosas de la pasión de Orión, ellas le rogaron a Zeus que intercediera en su favor y éste, accediendo, las transformó en estrellas y las puso en sitio seguro, colocándolas en el cielo como un racimo en el lomo de Taurus. Cinco de las hermanas de las Pléyades, llamadas Híades, fueron transformadas de una forma semejante, no por causa de Orión, sino debido a su tremenda pena por la muerte de su hermano Hías. Y cuenta la leyenda que estas Híades siguen llorando todavía y, cuando lo hacen, llueve en algún lugar de la Tierra. La función protectora de Tauro con las hijas de Atlas contrasta con sus actividades más concupiscentes y agresivas como amante de Europa. Tauro es una mezcla de pasión y de sentido protector. La belleza es el otro aspecto de Tauro: la belleza del blanquísimo toro, con sus cuernos adornados con flores y sus ojos como joyas. Tauro posee una de las cuatro estrellas llamadas regias; es el ojo del toro o Aldebarán.

MITOLOGÍA DE GÉMINIS

MITOLOGÍA DE  GÉMINIS

Géminis representa a Cástor y Pólux, los gemelos celestiales. El primero fue  hijo de una mortal y, el otro, hijo de Zeus. Aunque gemelos y ligados por recias ataduras de amor y de hermandad, Cástor y Pólux eran tan diferentes como el día y la noche y, con frecuencia, sus naturalezas terrenal y divina respectivamente chocaban. Los griegos compusieron la leyenda de los gemelos. Hubo una hermosa reina llamada Leda que estaba casada con Tíndaro rey de Esparta, una noche, el libidinoso Zeus descendió sobre la reina en forma de un cisne gigantesco y, de esa unión, salieron dos huevos, uno de los cuales contenía a Clitemnestra y a Helena y el otro a Cástor y Polideuco (Pólux). Tíndaro estaba furioso por la divina seducción de su esposa y no pudo apaciguarse hasta que supo que Cástor y Clitemnestra eran en realidad su propia progenie, puesto que él había fecundado a Leda el mismo día que ésta había sido visitada por el cisne olímpico. Y así fue como los Gemelos Cástor y Pólux, así como sus hermanas, representan desde entonces las partes mortal y divina de la vida. Los jóvenes fueron inseparables mientras que, las hermanas, siguieron por diferentes caminos. Cástor domaba caballos mientras que Pólux enseñaba el arte del boxeo, siendo uno pacífico y el otro agresivo. Aquí vemos la naturaleza dual de los Gemelos. Ambos intervinieron en varias peligrosas aventuras y, en una de ellas, Cástor, el mortal, perdió la vida.  A Pólux le apesadumbró tanto la muerte de su hermano que su padre, Zeus, hizo que los Gemelos quedaran juntos en el cielo como la constelación de Gemini; y el dios jefe del Olimpo le dio permiso a Pólux para que alternara el tiempo que pasaba en el Olimpo con unas visitas a las regiones subterráneas del Hades, donde moraba Cástor muerto. En lo anterior está representada la muerte interna que ha de pasar el signo de los Gemelos en su dualidad material, para colocarse definitivamente en lo espiritual y celeste. Pero, aún así, sigue siempre con un dominio y atracción por lo material, lo cual le sirve de punto de apoyo. Cástor y Pólux representan dualidad y contraste como, también, la versatilidad inherente a los dos hermanos cuyas conquistas, logradas entre los dos, fueron muchas y variadas. Además, destacan su valor y afecto mutuos, como su sentido de lealtad y sacrificio.  Cástor y Pólux capacitan a la persona de los Gemelos para trabajar la dualidad terrenal-aérea: consecución de la riqueza y el éxito, así como el triunfo de la filosofía y la inquietud espiritual; pero falta saber cuál de los dos gemelos predomina en cada persona influenciada por este signo.