Blogia
¡Despierta!

¿CUENTOS?

QUÉ EXISTE

QUÉ EXISTE

Cuentan que un profesor de la Universidad de Berlín retó a sus alumnos con la siguiente pregunta: “¿Dios creó todo lo que existe?” Un alumno valientemente respondió: Sí, Él lo creó. ¿Dios realmente creó todo lo que existe caballero? preguntó nuevamente el maestro. Sí señor, respondió el joven. El profesor respondió: Si Dios creó todo lo que existe, ¡entonces Dios creó el mal, ya que el mal existe! Y, si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, ¡entonces Dios es malo! El joven se calló frente a la respuesta del maestro que feliz se regocijaba de haber probado una vez más, que la Fe era un mito. Otro estudiante levantó la mano y dijo: ¿puedo hacerle una pregunta profesor?. ¡Por supuesto!  fue la respuesta del profesor. El joven se levantó y preguntó: Profesor, ¿el frío existe? ¿pero qué clase de pregunta es esa? claro que existe, ¿acaso nunca sentiste frío? El muchacho respondió: En realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía; el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total de calor; todos los cuerpos quedan inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Nosotros creamos esa definición para describir de qué manera nos sentimos cuando no tenemos calor. Y, ¿existe la oscuridad? preguntó el estudiante. El profesor respondió: ¡Existe! El estudiante respondió: la oscuridad tampoco existe, la oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz. La luz la podemos estudiar, ¡la oscuridad no! A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas ¡la oscuridad no! ¿Cómo se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?, con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? “la oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz”. Finalmente, el joven preguntó al profesor; señor ¿el mal existe?. El profesor respondió: como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia en todo el mundo, esos son hechos  que pertenecen al mal. ¡claro que existe! El estudiante respondió: el mal no existe Señor, o por lo menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien. Conforme con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios. Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos. Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz. El joven fue aplaudido, y el maestro, permaneció en silencio. El director de la universidad, se dirigió al joven estudiante y le preguntó: ¿cuál es su nombre? Me llamo, Albert Einsten

LA FÁBULA DEL RATÓN

LA FÁBULA DEL RATÓN

Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y su esposa abriendo un paquete. ¡Quedó aterrorizado al ver que era una trampa para ratones!  Fue corriendo al patio de la Granja a advertirles a todos: “¡Hay una ratonera en la casa, hay una ratonera en la casa!”

La gallina, que estaba cacareando y escarbando le dice: “discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, pero no me perjudica en nada.”

Entonces el ratón fue hasta el cordero y le dice lo mismo: “¡Hay una ratonera en la casa, hay una ratonera en la casa!”  “Discúlpeme Sr. Ratón, pero no creo poder hacer algo más que pedir por usted en mis oraciones”

El ratón se dirigió entonces a la vaca y ella le dijo: ¿Pero acaso, estoy en peligro? Pienso que no, dijo la vaca.

El ratón volvió para la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera había atrapado la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz, mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital, ella volvió con fiebre alta. Así que el granjero para reconfortarla pensó en prepararle una nutritiva sopa. Agarró un cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina; como la mujer no mejoró, los amigos y vecinos fueron a visitarla, para agasajarlos el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y murió. Para cubrir los gastos del funeral, vendió la vaca al matadero.

La próxima vez que alguien te cuente su problema y creas que no te afecta y no le prestas atención porque no es tu problema, piénsalo dos veces. El que no vive para servir, no sirve para vivir. El mundo no anda mal por la maldad de los malos, sino por la apatía de los buenos…

Así que cuando alguien te necesite, tiéndele la mano o dedícale una palabra de aliento. Cuando hay una ratonera en la casa, todos corremos riesgos. Ponernos en la “piel” del ratón, facilita y favorece la resolución de conflictos.

Recuerda: nacimos para ser felices, no para ser perfectos. El amanecer es el momento más bonito del día, porque es cuando Dios te dice: ¡levántate! te regalo otra oportunidad de vivir y comenzar de nuevo. Los días buenos te dan FELICIDAD, los días malos te dan EXPERIENCIA, los intentos te dan FORTALEZA, las pruebas te dan PERFECCIÓN,  las caídas te mantienen HUMILDE, pero sólo Dios te mantiene de PIE.

 

LA TRISTEZA Y LA FURIA

LA TRISTEZA Y LA FURIA

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar o, quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta.... en un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas...

Había un vez...

Un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban los peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron en el estanque.

La furia, apurada (como siempre está la furia) urgida – sin saber por qué – se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua...

 

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir la primera ropa que encontró...

Y, sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza.

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.


Del libro Cuentos para pensar, de Jorge Bucay

EL ZORRO

EL ZORRO

Un hombre paseaba por el bosque cuando se encontró con un zorro herido; la pobre criatura se había roto las cuatro patas mientras intentaba huir de un cazador. Estaba tan malherida que ni siquiera podía moverse para buscar comida. El hombre sintió lástima por el animal y decidió acercarse a él, pero mientras lo hacía vio un gigantesco oso que se asomaba entre los árboles arrastrando los despojos del animal que acababa de devorar. Al oso pareció no interesarle el zorro, de hecho, dejó caer parte de los despojos cerca del zorro y se marchó en busca de otro animal que llevarse a la boca. El zorro se abalanzó sobre la carne con enorme ansiedad.

Al día siguiente el hombre volvió al bosque y, vio que una vez más el oso había dejado un apetitoso bocado cerca del famélico zorro y, de nuevo vio como el zorro se abalanzaba sobre  la comida. El tercer día, volvió al bosque y vio que la escena se repetía. El hombre reflexionó sobre lo que había visto y se dijo:

Si Dios se preocupa tanto por el zorro ¿cuánto más se preocupará por mí? Mi fe no ha sido lo suficientemente fuerte, debo aprender a confiar en Dios con la misma intensidad que el zorro. Acto seguido el hombre se arrodilló en el bosque y con la mirada puesta en el cielo exclamó: Señor, el zorro me ha demostrado lo que es tener fe en ti, a partir de este momento me entrego a ti en cuerpo y alma. Confío en que me cuides como el oso cuida al zorro.

Dicho esto, el hombre se tumbó en el suelo a la espera de que Dios se ocupara de él. Transcurrió un día y no sucedió nada, comenzó a tener hambre, pasó el segundo día y nada acontecía, el hombre empezó a mosquearse; el tercer día cuando no había ni rastro de Dios, el hombre se enfadó y, mirando al cielo exclamó:

Señor quieres a ese zorro más que a mí. ¿por qué no te preocupas de mí con lo mucho que yo confío en ti? ¿por qué no me alimentas?

Por fin el hambre obligó al hombre a volver al pueblo. En una de las calles se topó con un niño hambriento. No pudiendo contenerse le manifestó a Dios su ira: ¿por qué no haces nada para ayudar a este pobre niño hambriento?

 

Ya lo he hecho, le respondió Dios. Te he creado a ti para que le ayudes; pero has decidido seguir el ejemplo del zorro y no del altruista oso. (fábula árabe)

EL PESCADOR

EL PESCADOR

Un banquero americano estaba en el muelle de un pequeño pueblo caribeño cuando llegó un bote con un solo pescador con varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlos. El pescador le contestó que no demasiado tiempo. A lo que el americano replicó: ¿por qué no ha pasado más tiempo pescando y así traer más pescado? El pescador le contestó que tenía suficiente para satisfacer las necesidades de su familia. ¿qué hace usted el resto de su tiempo?

El pescador le dijo: duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me echo la siesta con mi mujer, tomo unas copas en el pueblo y toco la guitarra con mis amigos. Tengo una vida placentera y ocupada.

El americano le mira con cierta lástima y le dice: soy economista y podría ayudarte; deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos comprar un bote más grande, al incrementar tus ingresos podrías comprar varios botes y en algún tiempo tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario, podrías hacerlo directamente a un procesador y quizás con el tiempo abrir tu propia procesadora y así controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Saldrías de este pueblo y te irías a vivir a la capital donde manejarías tu empresa en expansión.

El pescador le preguntó: ¿ y en cuánto tiempo conseguiría todo eso? A lo que le contestó el americano: entre 15 y 20 años.

¿y luego qué? el americano sonriendo le dijo: esa es la mejor parte.

Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público, te harás un hombre rico, tendrás millones.

Millones... y ¿luego qué?

Lo mejor: te puedes retirar, te vas a un pueblecito de la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echarte la siesta con tu mujer, bajar al pueblo a tomar una copa y tocar la guitarra con tus amigos.

El pescador le mira y le dice: ¿acaso no es lo tengo ahora?

Este afortunado pescador ha conseguido lo que no consiguen la mayoría de las personas. Él  encuentra disfrute en lo que hace, sabe sacar la parte positiva de su trabajo y no desea más, su felicidad consiste en conformarse y haber sabido hallar la parte positiva de su labor diaria, se contenta con lo que tiene sin desear nada más porque probablemente ya sabe que el ser humano cuanto más tiene, más desea, pero no por eso es más feliz. Y, que en este nuestro viaje, más importante que el destino es cómo hacemos el trayecto.

LOCURA

LOCURA

Hay muchas personas que dicen que a pesar de no sentirse feliz con su manera de actuar, no pueden cambiar su actitud, que son muchos los años que llevan practicando una conducta aprendida desde joven y que es una locura pensar que a sus años pueda modificar su actitud. A lo que les replico que en algún momento tenemos que empezar a tomar las riendas de nuestra vida, comenzar a pensar por nosotros mismos, desaprender y darnos cuenta que a pesar que nos hayan dicho que  somos malos, vagos, inútiles, tontos, que no valemos para hacer esto o lo otro, que fracasaremos, no es así, no debemos creer a las personas malintencionadas o mal informadas lo que nos dicen. Existen personas que parecen arpías (en la mitología griega, las arpías eran monstruos alados con cabeza y pecho de mujer, y cuerpo y garras de aves de presa; en la creencia popular, eran agentes de la venganza divina) que no tienen ningún escrúpulo en herir humillar y menospreciar con la palabra a los demás sin darse cuenta que no hay herida más grave que la del ego roto, y ninguna que sane más lentamente. Somos buenos, inteligentes, válidos para cualquier cosa que nos propongamos, todo es cuestión de voluntad y de fijarnos un objetivo. Y si nos dijeran que nuestro objetivo es algo inalcanzable, que es una locura, les cuentas esto:

Érase una vez un rey muy querido cuyo castillo se erguía sobre una alta colina desde donde dominaba sus tierras. Era tan popular que los habitantes del pueblo vecino le enviaban regalos a diario y se festejaba su aniversario en todo el reino. La gente le quería por su sabiduría y la rectitud de sus juicios. Un día la tragedia sacudió la ciudad. La reserva de agua se contaminó y todos los habitantes, hombres, mujeres y niños, se volvieron locos. Solamente el rey, que tenía su propia fuente se libró.

Poco después de la tragedia, el pueblo “loco” de la ciudad se puso a hablar de las actitudes “raras” del rey, de la mediocridad de sus juicios y de su falta de sabiduría. Algunos incluso llegaron a decir que el rey se había vuelto loco. No tardó en perder su popularidad. Ya nadie le llevaba regalos, ni festejaba el día de su aniversario.

El Rey, solo en su alta colina, estaba privado de toda compañía. Un día decidió abandonar la colina y hacer una visita a la ciudad. Hacía calor aquel día y bebió de la fuente. Aquella misma tarde hubo una gran fiesta. Todo el pueblo estaba dichoso puesto que su queridísimo rey se había “curado de su locura”. 

 No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar nuestro entorno, nuestro pequeño universo, por algo hay que empezar, y ese algo somos nosotros mismos. El premio Nóbel de la Paz de 1952, Albert Schweitzer decía:

“el mayor descubrimiento de cualquier generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas modificando sus actitudes mentales”

LA ELECCIÓN

LA ELECCIÓN

Una mujer regaba el jardín de su casa cuando vio a tres viejos frente a su jardín. No les conocía, pero le pareció que debían tener hambre y les invitó a su casa para darles algo de comer.

Ellos preguntaron:

¿está el hombre de la casa?

No, respondió ella, no está.

Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.

Al atardecer, cuando el marido llegó a casa ella le contó lo sucedido.

Diles que ya llegué e invítalos a pasar.

La mujer salió a invitar a los tres hombres a pasar a su casa.

No podemos entrar en una casa los tres juntos, explicó un viejito.

¿por qué?, dijo ella.

Uno de los hombres señaló a uno de ellos y explicó:

Su nombre es Riqueza.

Luego señalando al otro dijo:

Su nombre es Éxito y, yo me llamo Amor.

Ahora ve con tu marido y decide a quién de nosotros deseáis invitar a vuestra casa.

La mujer entró en su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron.

El hombre se puso feliz y dijo:

Ya que sólo podemos invitar a uno que entre Riqueza y llene nuestra casa.

Su esposa no estuvo de acuerdo y le replicó:

¿Y por qué no invitamos a Éxito?

La hija del matrimonio que estaba escuchando, dijo:

¿No sería mejor invitar a Amor?

Nuestro hogar estaría lleno de amor.

Me parece bien, sigamos el consejo de nuestra hija, ve e invita a Amor para que sea nuestro huésped.

La esposa salió y les preguntó:

¿Cuál de ustedes es Amor?

Por favor venga y que sea nuestro invitado.

Amor comenzó a avanzar hacia la casa y los otros dos compañeros le siguieron.

Sorprendida, la mujer les preguntó a Riqueza y a Éxito:

Yo invité sólo a Amor ¿por qué vienen ustedes dos?

Al unísono los viejos respondieron:

Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos hubieran permanecido fuera, pero como invitaste a Amor, donde él vaya, nosotros le acompañaremos. Si hay amor, hay también riqueza y éxito.

EL HALCÓN

EL HALCÓN

Cuenta una leyenda oriental que hubo un rey que recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero no sabía lo que le sucedía al otro; no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El rey mandó a llamar sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Difundió al final el problema entre todos sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. Traedme al autor de ese milagro, dijo. En seguida le presentaron a un campesino. "¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste?
¿Eres mago, acaso?". Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó: "No fue difícil, su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar"...

 

Es difícil renunciar a nuestros hábitos, pero pretender que actuando de la misma forma se consiga resultados diferentes es una actitud pueril. Si lo que estás haciendo no funciona, no te hace feliz, para, piensa, analiza y decide actuar de otra manera; sería absurdo esperar resultados diferentes con la inacción. Conseguirás hacer todo lo que te propongas en tu vida, sólo es necesario cortar la rama, pero que seas tú quien lo haga, no esperes a que sea el rayo el la rompa. Y, recuerda, la diferencia entre lo posible y lo imposible, es la fuerza de tu voluntad.

EL PROBLEMA

EL PROBLEMA

A la muerte del guardián de un monasterio budista, fue necesario buscar un substituto. El Gran Maestro convocó a todos sus discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela. El Maestro les comunicó con mucha tranquilidad que asumiría el puesto el primer monje que resolviera el problema que iba a presentarles.

 

Colocó una magnífica mesa en el centro del enorme salón donde se encontraban reunidos y, encima de ella puso un florero de porcelana muy raro, con una rosa amarilla de extraordinaria belleza adornándolo y solamente dijo: he aquí el problema. Todos se quedaron mirando la escena: el bellísimo florero de valor inestimable con la maravillosa flor en el centro. ¿qué representaría? ¿qué hacer? ¿cuál sería el enigma?

 

Mientras todos cavilaban sobre cómo acertar, en esos instantes, uno de los discípulos sacó la espada, miró al Maestro, a sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y...

Zasssssssssssssssss destruyó el florero de un solo golpe. Inmediatamente regresó a su lugar ante la atónita mirada de sus compañeros.

El Maestro dijo entonces: “Tu serás el nuevo Guardián del Monasterio”

 

No importa cuán pequeño, grande, material, sentimental o bello sea el problema; un problema es un problema y debe ser eliminado. No debemos cargar con el peso de cosas que ya no tienen sentido para nosotros, que ya no nos valen aunque en su momento fueran buenas. Nada es para siempre.

 

Dice un proverbio oriental que para beber vino en una taza llena de te, es necesario antes tirar el te para poder beber el vino.

LA FÁBULA DEL SAPO Y EL ESCORPIÓN

LA FÁBULA DEL SAPO Y EL ESCORPIÓN

Lo que mejor describe a un mal nativo del signo de  Escorpio (los hay muy buenos, pocos, pero los hay) es la fábula del sapo y el escorpión. Un escorpión quería atravesar un río cuando de pronto vio a un sapo en la orilla del río; se acercó a él y le dijo: hola, quiero cruzar el río, ¿podrías ayudarme? ¿cómo? Le dijo el sapo. Me subo encima de ti y me cruzas al otro lado. Ni hablar, le dijo el sapo, me picarías antes de llegar a la otra y me moriré. Te prometo que no te picaré, si lo hiciera te hundirías y yo también me moriría. El sapo no estaba nada convencido, pero tanto le insistió el escorpión en que no le picaría que al final accedió. Así, subió el escorpión encima del sapo y comenzaron a atravesar el río hacia la otra orilla, apenas quedaban unos pocos metros cuando de pronto el escorpión le picó al sapo, moribundo le dijo el sapo al escorpión: me prometiste que no me picarías. Lo sé pero no he podido evitarlo, es mi naturaleza.

DÁTILES

DÁTILES

En un oasis escondido en medio del desierto, se encontraba de rodillas bajo una palmera datilera, un viejo llamado Eliahu. Su vecino Hakim se detuvo a abrevar a sus camellos, cuando vio a Eliahu cavando en la arena.

¿qué tal anciano? Le dijo:

Muy bien contestó Eliahu sin dejar de hacer su tarea.

¿Qué hace aquí con este calor y esa pala en las manos?

Siembro dátiles, contestó el viejo.

¡Dátiles! Repitió el recién llegado y, cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez. El calor ha dañado tu cerebro querido amigo. Dime, ¿cuántos años tienes?

Ochenta, pero eso ¿qué importa?

Mira amigo, la datilera tarda más de cincuenta años en crecer y después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Aunque vivas hasta los cien años, difícilmente podrás cosechar lo que estás sembrando. Deja eso y ven conmigo.

Mira Hakim, yo comí dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y, aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

 

Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera. Einsten (1879-1955)

EL ANILLO

EL ANILLO

Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. Cómo puedo mejorar? Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...

Y, haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

Encantado, maestro, titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.  

Bien, asintió el maestro. Se quitó el anillo en el dedo pequeño, y dándoselo al muchacho, agregó: toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó. 

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

Maestro, dijo, lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto al valor del anillo. Que importante lo que dijiste joven amigo, contestó sonriente el maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él.  Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo dar más de 58 monedas de oro por su anillo.

58 MONEDAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven.

Sí, replicó el joyero,  yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé.... si la venta es urgente....

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido. 

Siéntate, dijo el maestro después de escucharlo.

Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte un verdadero experto. Qué haces pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.  Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore. (Jorge Bucay)

En lo que uno piensa, es en lo que uno se convierte.

 

¿TONTO?

¿TONTO?

Decía el filósofo griego Aristóteles (384 aC.- 322 aC.) que la inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos a la práctica y, el escritor alemán Kurt Tucholsky (1890-1935) que la ventaja de ser inteligente es que resulta más fácil pasar por tonto; lo contrario es mucho más difícil.

 

Cuentan que un grupo de personas se divertían con el “tonto” del pueblo, un hombre que subsistía de hacer pequeños recados y alguna que otra limosna. Cada día le llamaban al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de mayor tamaño de 40 reales y otra de menor tamaño de 200 reales. Él siempre cogía la más grande pero menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba cómo el grupo se divertía con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó: ¿no te has dado cuenta que la moneda de mayor tamaño vale menos que la pequeña? El “tonto” le respondió: lo sé, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la pequeña, el juego se acabará y dejaré de ganar mi moneda de 40 reales. Este hombre sabía que una ambición desmedida puede acabar con tu fuente de ingresos. 

Dice un viejo refrán: dame pan y llámame tonto, no siempre quien parece tonto lo es, pero de verdad, ¿quiénes son los verdaderos tontos de esta historia?. Deberíamos reflexionar sobre lo poco que importa sobre lo que los demás piensan de nosotros, lo verdaderamente importante es lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto ante un tonto que aparenta ser inteligente.

 

El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad. Einsten (1879-1955)

POBREZA

POBREZA

Un padre económicamente acomodado, quiso que su hijo supiera lo que de verdad era la pobreza, así se le ocurrió llevar a su hijo a pasar unos días con una humilde familia campesina. Pasaron unos pocos días en la vivienda de los campesinos y, en el camino de vuelta a su hogar el padre le pregunta al hijo: ¿qué te ha parecido la experiencia?

Buena, contestó el hijo con el semblante algo serio. Y... ¿qué aprendiste? El hijo contestó:

 

Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.

Nosotros tenemos una piscina con agua estancada en la mitad del jardín... y ellos tienen un río de agua cristalina con peces, flores y un precioso paisaje.

Nosotros tenemos lámparas importadas para alumbrar nuestro jardín... y ellos se iluminan con la luna y las estrellas.

Nuestro jardín llega hasta la cerca...y el de ellos llega al horizonte.

Nosotros tenemos que comprar la comida y ellos siembran y cosechan la suya.

Nosotros oímos música en CD... y ellos escuchan la maravillosa sinfonía de la naturaleza.

Nuestra comida la cocinamos en una cocina eléctrica y su comida tiene ese magnífico sabor a  fuego de leña.

Nosotros necesitamos protegernos con puertas, muros y alarmas y... ellos viven con sus puertas abiertas protegidos por la amistad de sus vecinos.

Nosotros vivimos “conectados” al móvil, al ordenador, al televisor y... ellos en cambio, están “conectados” a la vida, al cielo, al sol, al agua, a la montaña, a los animales, a su siembra, a su familia...

 

El padre estaba entre sorprendido e impactado por la profundidad del razonamiento de su hijo... entonces el hijo le dijo:

 

Gracias papá por haberme enseñado lo pobres que somos.

 

Muchos antes que nosotros comprendieron que la riqueza material nunca nos hará plenamente felices; este hijo supo “ver” en esta experiencia. Tal como decía Aldous Huxley (1894-1963) “La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”. El filósofo griego Sócrates (470-399 a C.) preguntaba: ¿no te parece vergonzoso cómo te preocupas por las riquezas y los honores y, en cambio no te preocupas por la verdad y por cómo mejorar tu alma?

 

En un camino del bosque, iba un hombre suspirando por lo pobre que era,  ya que por toda comida tenía un puñado de habas, según se las iba comiendo tiraba las vainas al suelo. De pronto sintió unos pasos que le seguían, miró hacia atrás y vio que otro hombre más pobre que él recogía y comía las cáscaras que él había desechado.

Debemos comprender lo que realmente tiene valor en el transcurso de nuestra vida.

LEYENDA CHINA

LEYENDA CHINA

Cuenta la leyenda que en la antigua China, por ley, un príncipe heredero debía estar casado antes de ser coronado emperador, el príncipe heredero le quedaba poco tiempo para ser coronado y aún estaba soltero, así que decidió hacer una competición entre todas las muchachas de la corte para buscar a la más idónea para acompañarle en sus obligaciones. Así, anunció que recibiría en una celebración especial en palacio a toda muchacha casadera y anunciaría un desafío.

Hacía muchos años en el palacio servía una anciana que escuchó los comentarios sobre los preparativos de la celebración, así, enseguida que llegó a su casa le contó con cierta tristeza la noticia a su hija ya que sabía los sentimientos que ésta tenía hacia el príncipe. La hija sin dudarlo le dijo que ella también iría a participar en el reto que impusiera el príncipe, la madre angustiada por la hija le dijo: ¿hija mía que vas hacer allá? No tendrás ninguna oportunidad, las muchachas más ricas y bellas de la corte estarán allí, quítate esa idea de la cabeza, sé que sufres, pero no hagas de ese sufrimiento una locura. La hija le respondió: no querida madre, no estoy loca, sé que nunca seré la elegida, pero no puedo perder la oportunidad de estar cerca de él aunque sea por unos pocos momentos. Eso me hará feliz.

 

Llegó el día señalado y allí estaba la hija de la sirvienta entre las más bellas muchachas de la corte. Al poco apareció el príncipe y anunció el desafío: “os daré a cada una de vosotros una semilla, dentro de seis meses, aquella que me traiga la flor más bella será mi digna esposa y la futura emperatriz de China. El desafío del príncipe era acorde a las tradiciones del pueblo, que valoraba el don de cultivar. Pasó el tiempo y en la maceta de la hija de la sirvienta no había crecido nada a pesar de poner todo su cariño y empeño en el cuidado de la semilla; en su fuero interno pensaba que si la flor que brotara se parecía al profundo y sincero amor que le profesaba al príncipe, sería la flor más bella de todas. Día tras día veía que su sueño se alejaba ya que después de seis meses nada había nacido en la maceta.

 

 Pasaron los seis meses y la joven le dijo a su madre que a pesar de que no había brotado ninguna flor ella iría para estar cerca del príncipe una vez más. Llegó a palacio y vio una escena bellísima, todas las muchachas llevaban su maceta con una flor, cada una más bella que la otra y, ella no llevaba nada. Finalmente, llegó el momento, el príncipe observó detenidamente cada una de las flores que llevaban las muchachas, después de haber visto una por una las macetas que habían llevado las muchachas, anunció el resultado: aquella bella joven con la maceta vacía sería su futura esposa; nadie entendía que eligiera a quien no había cultivado nada. El príncipe, entonces le explicó a sus súbditos: la elegida fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles. Tal como decía Séneca (4 aC.–65 dC.), lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad y Thomas Fuller (1610-1661) decía que el hombre honesto no teme la luz ni la oscuridad.

MENSAJE

MENSAJE

Un rey le dijo a los sabios de la corte: quiero fabricar un anillo con un diamante que contenga un mensaje oculto que me ayude en los momentos de desesperación, no sólo a mí, sino también a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Deberá ser un mensaje pequeño para que quepa debajo del diamante, pero claro y conciso. Los sabios pensaron en grandes frases, pero ninguna cabía dentro del hueco del diamante, recurrieron a otros sabios para que les ayudaran pero no daban con la frase precisa. Desesperados le dijeron al rey que una frase que con tan pocas palabras contenga un mensaje como el que él quería era casi imposible. Pero el rey no se conformó y siguió preguntando a todos los que conocía, de repente recordó que en palacio vivía un anciano sirviente que había dedicado los mejores años de su vida a la familia del rey por lo cual éste le tenía un gran afecto, le llamó y le expuso su deseo. El anciano le dijo: no soy un sabio ni un erudito pero sé cual es el mensaje que debe estar en el anillo. En cierta ocasión tuve oportunidad de servir a un místico invitado de tu padre, cuando se marchó en agradecimiento por mis servicios me dio este mensaje – el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey- no lo leas ahora, mantenlo escondido en el anillo y, sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres ninguna salida a la situación deberás leerlo.

 

No pasó demasiado tiempo antes de que llegara la ocasión; el país fue invadido por sus enemigos y el rey tuvo que huir para salvar su vida. En la huída, desesperado por el acoso de sus perseguidores llegó a un camino sin salida y sin posibilidad de volver atrás por los numerosos enemigos que se acercaban. De pronto, recordó la frase que metió en el anillo, lo abrió, sacó el papel y se encontró un pequeño pero valioso mensaje: “esto también pasará”. Mientras lo leía notó que un gran silencio se cernía sobre él, sus enemigos debieron perderse o equivocado de camino porque al mirar hacia atrás no había nadie.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido por el mensaje, dobló el papel y de nuevo lo guardó en el anillo. Al tiempo volvió a reunir a su ejercito y reconquistó su reino. Se sentía feliz y orgulloso de sí mismo el día que entró victorioso de nuevo en su reino, se vanagloriaba de su éxito en la gran fiesta de la celebración de su victoria, estaba henchido de felicidad. El anciano se acercó al rey y le dijo:

Este momento también es adecuado para leer el mensaje del anillo.

¿qué quieres decir? Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

Escucha, le dijo el anciano, este mensaje no es sólo para momentos desesperados, también es para momentos de felicidad, no es sólo para cuando te sientas derrotado, también es para cuando te sientas victorioso, no es sólo para cuando seas el último, sino también para cuando seas el primero.

El rey abrió y leyó de nuevo el mensaje “esto también pasará” y, de nuevo sintió la misma paz, el mismo silencio a pesar de estar entre una multitud de personas bailando y cantando. Su orgullo y su ego habían desaparecido, el rey entonces comprendió de verdad el mensaje.

Entonces el anciano le dijo:

Recuerda que todo pasa, ninguna cosa ni ninguna emoción es permanente, tal como tras el día llega la noche, hay momentos de alegría y de tristeza; debes aceptarlos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas.

CUATRO MONEDAS

CUATRO MONEDAS

Hubo una vez un mendigo que al ver que se acercaba el rey de la comarca pensó: no puedo perder esta oportunidad, le pediré algo y seguro que al ser el rey será generoso conmigo; le pediré una moneda, aunque seguro que me dará mucho más. Majestad, ¿podría darme una moneda? El rey le miró y le dijo: ¿qué me vas a dar tú? ¿qué le vas a dar a tu rey? El mendigo azorado no sabía que responder y dijo: pero su majestad.. yo no tengo nada. El rey le dijo algo debes de tener.. ¡busca!

El mendigo enojado y al mismo tiempo asombrado buscó entre sus bolsillos y vio que tenía una naranja, un bollo de pan y algunos granos de arroz. Pensó que la naranja y el pan eran demasiado para darle así que  cogió cuatro granos de arroz y se los dio al rey. El rey cogió los cuatro granos de arroz y le dijo: ¡ves como sí tenías!

El rey le dio cuatro monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo sorprendido por la generosidad del rey le dijo: majestad.... creo que tengo algo más para darte... a lo que el rey marchándose le contestó: “solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar”

La mayoría de las personas si no van a recibir nada a cambio son incapaces de dar y no saben que la generosidad de corazón siempre tiene su recompensa, debemos aprender a dar sin más, sin esperar nada a cambio, el universo se encargará de recompensarnos.

TURANDOT

TURANDOT

Turandot es una princesa china que promete casarse con el príncipe que acierte los tres acertijos impuestos por el emperador y si el príncipe fallara, morirá. El príncipe de Persia lo intenta pero el candidato no acierta por lo cual morirá al salir la luna. A la ejecución acude una gran multitud, entre ellos, un ciego acompañado de la esclava Liu,  que le guía. El ciego no es otro que el rey Timur que perdió su reino y su vista en una fatídica batalla, y ahora escapa junto a su esclava y guía, mendigando ella por él. Timur, cae al suelo y es recogido por su hijo, el príncipe Calaf, quien al recogerlo lo reconoce como su padre. Calaf le pregunta  a la esclava el por qué de tan noble gesto hacia su padre; a lo que ella responde, porque un día, tu me sonreíste. El  pueblo enmudece cuando llega el príncipe de Persia ante el verdugo y piden clemencia por él, el príncipe hijo de Timur se une a esta petición. Aparece entonces la cruel princesa y ordena al verdugo que prosiga, el príncipe queda cegado por la belleza de la princesa y decide probar suerte a pesar de las súplicas de su padre y de la esclava Liu. Los ministros del emperador intentan en vano convencerle de que no lo intente, pero el príncipe no les escucha y dice que ya es tarde, le pide a su padre que lo acompañe hasta que el gong golpee tres veces, signo que señala el principio de la prueba. Se reúnen los ministros, las cortesanas y el pueblo presididos por el emperador, que a su vez intenta persuadir al príncipe, cansado ya de tanta sangre derramada en su reino a causa de la princesa Turandot, pero ante la negativa del príncipe, lee la ley impuesta si pierde, es decir, si falla morirá. Llega Turandot y cuenta el por qué de su actitud; una de sus antepasadas fue violada por un extranjero y abandonada a su muerte y, así decide vengar su muerte y humillación imponiendo una prueba mortal a todos los príncipes extranjeros que deseen su mano. Ella misma formula los acertijos. El primer acertijo es: ¿quién es el fantasma que cada noche nace de nuevo en el hombre y muere cada día? El príncipe responde: la esperanza. El segundo acertijo es: ¿qué es lo que flamea como una llama, no es fuego, arde como la fiebre pero se enfría en la muerte? El príncipe responde: la sangre. Finalmente, algo asustada por los aciertos, formula el tercer acertijo. ¿qué es lo que quema como el hielo y, cuanto más frío es, más quema? Al ver dudar al príncipe ríe para sus adentros, éste, la observa, la mira directamente a los ojos y le responde Turandot. El emperador da por buena la respuesta y el reino se regocija; ella entonces clama a su padre piedad para que no sea entregada a un extranjero, pero el emperador le dice que ha dado su palabra. El príncipe al ver el disgusto de la princesa le propone un acertijo. Si ella adivina su nombre antes del alba, él morirá; ella feliz acepta la apuesta.

La princesa entonces, ordena que todo el que sepa el nombre del príncipe debe decirlo, bajo pena de muerte si no lo dijeren. Los guardias atraviesan la ciudad diciendo que nadie duerma en Pekín (Nessun dorma). Mientras tanto los ministros del emperador intentan convencer al príncipe que deseche la idea del acertijo, prometiéndole riquezas, pero él continúa firme en su propósito. Los guardias encuentran al rey Timur y a su esclava Liu, amenazándoles de muerte si no revelan el nombre del príncipe. Los verdugos torturan a Liu que dice saber el nombre, pero no lo dirá así la torturen hasta la muerte. Turandot le pregunta a Liu, porqué soporta la tortura, a lo que Liu responde que es por el amor inconfesado que siente hacia el príncipe, y en un acto de sacrificio coge el arma de un guardia y se suicida, muriendo en brazos del príncipe. El príncipe recrimina a la princesa por su frialdad, y consigue, al besarla no sólo cambiar la  fría actitud de Turandot, sino también enamorarla, aceptando entonces que ha sido vencida. Ya al amanecer, el príncipe entonces dice: soy Calaf, hijo de Timur. 

Nessun dorma (nadie duerma) es la bellísima aria de la ópera inconclusa de Giacomo Puccini (1858-1924), Turandot, estrenada en 1926, acabada por Franco Alfano (1876-1954), con un libreto de Adami y Simone y basado en una obra teatral de Gozzi. El origen de esta historia es del poema, “ Las siete princesas” del poeta persa,  Nezami. El poema original habla de un príncipe persa que tenía siete princesas, cada una de diferente lugar. Una de ellas de origen ruso, no encontraba a ningún hombre que ella considerara merecedor de su persona, así se encierra, y dice que sólo se entregará a quien resuelva los enigmas por ella planteados. Si algún hombre consiguiera resolver los enigmas además, debía pasar por una puerta secreta guardada por espadas con riesgo de decapitar al aspirante a su mano. Esta historia fue transmitida por Francois de la Croix, cambiando a la princesa rusa por una princesa china llamada Turandot, nombre de origen persa que significa la hija de Turan. Aunque es una ópera mundialmente conocida, hoy en día es actualidad gracias a Paul Potts, merecido ganador de un concurso en Inglaterra, con Nessun Dorma.

¿QUIÉN MATÓ AL AMOR?

¿QUIÉN MATÓ AL AMOR?

Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos, convocó a una reunión urgente a todos ellos. Todos los más perversos deseos del ser humano acudieron a la reunión. Cuando estuvieron todos reunidos habló el Odio y dijo: les he reunido a todos porque deseo matar a alguien. Los demás no se extrañaron, ya que era el Odio el que estaba hablando y él siempre quería matar a alguien; sin embargo todos se preguntaban quién sería tan difícil de matar para que el Odio les necesitara a todos. Quiero matar al Amor dijo. Muchos sonrieron malévolamente, ya que más de uno querían lo mismo. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia que no lo soportará. Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el relato del Mal carácter quedaron decepcionados. Lo siento, lo intenté todo, pero cada vez que sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante. Entonces, muy diligente se ofreció la Ambición que haciendo alarde de su poder dijo: en vista de que el mal carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y el poder; eso nunca lo ignorará. Y, la Ambición empezó el ataque hacia su víctima quien efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante renunció a todo deseo de riqueza y poder y triunfó de nuevo. Furioso el Odio, por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaron toda clase de artimañas, situaciones engañosas y sospechas infundadas para así derrotar el Amor. El Amor confundido lloró, pero pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció. Año tras año, siguió el Odio enviando a sus compañeros, envió a la Frialdad, al Egoísmo, a la Indiferencia, a la Pobreza, a la Enfermedad y a muchos otros que siempre regresaban con la mala noticia de que el amor aunque en ocasiones debilitado, no llegaba a morir, siempre superaba las situaciones más difíciles. El Odio llegó a convencerse que el Amor era invencible y les dijo a los demás: el Amor ha soportado todo, está claro que no lograré matarlo. De pronto, de un rincón oscuro, se levantó un sentimiento vestido de negro, con un gran sombrero que le tapaba la cara, su aspecto era fúnebre como la muerte. Yo mataré al Amor, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese sentimiento tan pretencioso que decía poder conseguir lo que otros muchos no habían logrado. El Odio que vio una oportunidad de lograr su tan ancestral deseo y dijo: Ve y hazlo. Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió a llamar a todos los antes reunidos para comunicarles la feliz noticia de que el Amor por fin, después de mucho esperar, había muerto. Todos estaban sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombreo negro habló y les dijo: ¡Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado! Y sin decir más, se marchó. ¡Espera! dijo el odio, ¿quién eres que en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo por vivir? El sentimiento levantó su horrible rostro y dijo: ... soy la RUTINA.

LA LEYENDA DE LOS SENTIMIENTOS

LA LEYENDA DE LOS SENTIMIENTOS

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lejano lugar de la Tierra 29  sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, les propuso: ¿jugamos al escondite? La Intriga levantó la cara intrigada, y la Curiosidad sin poder contenerse, pregunto: ¿cómo se juega? Es un juego explicó la Locura en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras vosotros os escondéis y, cuando yo haya terminado de contar tengo que encontraros a todos y cada uno. El entusiasmo se halló secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse ¿para qué?, si al final siempre la hallaban... la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (le molestaba que la idea no hubiera sido suya) y la Cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno, dos, tres... comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre se escondió en la primera piedra que encontró, la Fe subió al cielo, y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse; cada lugar que hallaba le parecía mejor para cualquiera de sus amigos: ¿un lago cristalino? Ideal para la Belleza, ¿la rendija de un árbol? Perfecto para la Timidez, ¿el vuelo de una mariposa? Lo mejor para la Voluptuosidad, ¿una ráfaga de viento? Magnífico para la Libertad, así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoísmo, en cambio, encontró un lugar muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... eso sí sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo del océano (¡mentira!, en realidad se escondió detrás del arco iris), la Pasión y el Deseo en el centro de dos volcanes, el Olvido... ¡se me olvidó donde se escondió!

Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo lo encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores. ¡Un millón! Contó la Locura y comenzó a buscar.

La Libertad (no se escondió, quería ser libre), para la Soberbia era poca cosa este juego (no fue idea suya), así que tampoco participó, el Aburrimiento, la Voluptuosidad (prefirió acicalarse), la Cobardía, la Timidez, y la apatía no participaron.

A la primera que encontró fue la Pereza, que se había escondido sólo a tres pasos de donde estaba contando la Locura, la segunda fue la Curiosidad, que estaba curioseando para ver dónde se habían escondido los demás, el Entusiasmo y la Euforia, estaban dando saltitos, así que fue fácil encontrarlos, después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. Tras un descuido encontró a la Envidia y a la Intriga que estaban discutiendo y, claro, pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza; con la Duda fue más fácil todavía, la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris (¡mentira, si ella estaba en el fondo del océano!), la generosidad detrás del rayito de sol, a la Alegría la escuchó reír y descubrió su escondite y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas... cogió una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse; lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra:

 EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE, SIEMPRE, LE ACOMPAÑA